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Vuelve Silvio

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Lo malo de tener una conversación frente al cementerio es el riesgo de caer invariablemente en el tema de los fantasmas. Y si esa conversación es con Natacha, hay póker de peligros: Porque una adivina, una profeta, un oráculo, ve todo al mismo tiempo. Es decir, el futuro y el pasado; lo que piensan los vivos, pero sobre todo lo que piensan los muertos…Porque los muertos, pobrecitos, no hacen otra cosa que pensar. No les queda otra.

En la calle no hay nadie, es muy temprano hasta para tomar mate y de pronto una figura oscura y fugaz dobla la esquina y se pierde como quien va para alto Alberdi. Lo veo un segundo, pero es suficiente: Va vestido de negro y con un estuche de guitarra en la mano.

-¿Lo viste? Es Silvio- le digo a Natacha con un principio de espanto.
-¿El tipo que salió del cementerio? Me contesta Natacha sin quitar la vista del mate.
-Sí, ese…ese- le digo señalando ridículamente con el dedo índice hacia la nada.

Natacha hace una pausa teatral y recita como de memoria: “Los escritores son las únicas personas que trabajan siempre, estén donde estén. Incluso cuando duermen o se mueren, algo que no ocurre con otros oficios. Los actores, se puede aducir, siempre trabajan pero no es lo mismo: el escritor escribe y tiene conciencia de escribir. Mientras que el actor, en una situación límite, solo aúlla. Los policías siempre son policías, pero tampoco es lo mismo, una cosa es ser y otra cosa es trabajar. El escritor es y trabaja en cualquier situación. El policía solo es. Lo mismo se puede aplicar al asesino profesional, al militar, al banquero. Las putas, o las adivinas tal vez, sean lo que más se acerca al oficio de la literatura…”

Natacha ceba otro mate y se ríe. Y antes que le pregunte nada, me contesta: El tipo acaba de salir caminando de un cementerio. ¿Quién puede saber con certeza si está vivo o muerto?

Aristóbulo Pachevko – El alquimista de la fruta

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Aristóbulo – Hola. Deme un quilo de papas y otro de zanahoria.



Ése que compra verduras es Aristóbulo Pachevko, un hombre sencillo, alquimista y fanático de la ensalada rusa. Paseaba por la feria franca de los sábaos y observaba con inusual deleite las exóticas frutas que se ofrecían en los mostradores, cuando de repente…

Mutantes – 15to devenir – El ilusionista desaforado

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Cuenta la leyenda que la pobreza y la desigualdad existen con la finalidad de perpetuar una condición de poder asimétrica, de manera tal que aquél ue se encuentre en la posición más desfavorecida dentro de la pirámide social, difícilmente pueda mejorar su situación.

Pero un joven pudo escapar de este círculo vicioso... el día en que mutó.

Habla Natacha

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Estoy en Alberdi frente al cementerio de San Jerónimo, porque vine a ver a Natacha. Cuando las cosas no andan del todo bien me dan ganas de hablar con ella.

Natacha atiende un puestito de venta de flores al frente de la Iglesia. Y no es que no le vaya bien adivinando el futuro. Lo que pasa es que es demasiado buena en lo suyo y sabe que tarde o temprano todos terminaremos llevando flores o recibiendo homenajes de ese tenor.

Creo que está de más decir que Natacha prefiere la belleza al éxito. Y lo bien que hace.

Ayer me dijo: “…Si tuviera que asaltar el banco más vigilado de Europa y si pudiera elegir libremente a mis compañeros de fechorías, sin duda escogería un grupo de cinco poetas. Cinco poetas verdaderos, apolíneos o dionisiacos, da igual, pero verdaderos, es decir con un destino de poetas y con una vida de poetas. No hay nadie en el mundo más valiente que ellos. No hay nadie en el mundo que encare el desastre con mayor dignidad y lucidez. Son, en apariencia, débiles, pero su fragilidad, sin embargo, es engañosa. También su humor y las manifestaciones caprichosas de su amor. Tras esas sombras vagas se encuentran acaso los tipos más duros del mundo y seguramente los más valientes. No por nada descienden de Orfeo, que marcaba la cadencia del remo de los Argonautas y que bajó al infierno y volvió a subir, menos vivo que antes de la hazaña, pero vivo al fin y al cabo. Si tuviera que asaltar el banco más protegido de América, en mi banda sólo habría poetas. El atraco concluiría, probablemente, de forma desastrosa, pero sería hermoso.”
Palabra de Natacha. O no, no importa. La belleza no es patrimonio de nadie.

Eso sí: a la belleza, se la distingue a simple vista porque huye escandalizada de los cobardes.

Aristóbulo Pachevko – El transmutador de la raza

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Aristóbulo – [estornuda] Malditos ácaros...



Ése que acaba de estornudar es Aristóbulo Pachevko, asiduo estudioso, dueño de una biblioteca babilónica y alquimista. Estaba poniendo a prueba sus anticuerpos leyendo un ensayo de hace ciento cincuenta años titulado: “La que se viene cuando le hagan caso al delirio de Julio Verne”.

La lectura avanzaba con fluidez hasta que un tipo de cabeza rapada ingresó a su despacho.

Mutantes – 14to devenir – El pacto diabólico

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Cuenta la leyenda que la música es el eco del paisaje que lo inspiró, una fractura del lenguaje, un recuerdo de los orígenes.

Pero un joven fue capaz de crear sus propios inicios... el día en que mutó.

Aristóbulo Pachevko – El conspirador del transporte

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Aristóbulo – ¡Hm! ¡Qué rico está esto! [con la boca llena]



Ése que está degustando su lemon pie, es Aristóbulo Pachevko, un hombre de edad media, narcisista y alquimista. Acababa de probar su propia obra cuando se le ocurrió leer un libro sobre las Fluctuaciones de la Raza y el Cloruro de Sodio, ensayos sobre diseños domésticos posmodernos racistas. De pronto, su lectura fue interrumpida por una adolescente que pasó frente a su local con una remera con ostensibles errores de ortografía.

Mutantes – El jipi numerado

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Cuenta la leyenda que los ojos sólo son un filtro que evalúa la realidad y la codifica de acuerdo con nuestro propio modelo de mundo. Dicen los sabios que no podemos mirar nada sino a través de nuestros fantasmas...

Pero un hombre pudo ver la realidad desde un punto de vista que no le era propio... el día en que mutó.

Aristóbulo Pachevko – El mentor del apetito

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Aristóbulo – [tose] Carajo... me sumé a la moda de estar enfermo... [tose]



Ese que tosió es Aristóbulo Pachevko, intelectual, estudioso, alquimista y portador de la famosa gripe A, o no, pero a nadie le importa, apenas se enteran de que tiene gripe, salen corriendo.

Aristóbulo se había comprado una caja repleta de barbijos hipoalergénicos, anatómicos y con todas las normas ISO para evitar todo tipo de contagio... pero eso no era suficiente. Los potenciales clientes llegaban a su gabinete y con sólo ver que se parecía a un combatiente del Mortal Kombat, salían corriendo. Pero, después de cuatro horas de infructífera espera, justo cuando empezó a leer “Carta a Murakami”, de Kafka, alguien decidió quedarse y enfrentar todo tipo de virus.

Misivas ocultas: Harry Houdini

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Erich Weiss nació en Budapest, Hungría, el 24 de marzo de 1874. Era hijo de Mayer Samuel Weisz y Cecilia Steiner. Tenía cinco hermanos y una hermana. Su familia judía emigró a Estados Unidos, cuando sólo tenía cuatro años.

Se dice que los Weiz sufrían dificultades económicas enormes.
Se dice que Erich empezó a trabajar desde muy pequeño.
Cuentan las viejas del frío Winconsin, que a los 11 años trabajó como aprendiz de cerrajero. Hay quien nos comento que pasó por algún circo como contorsionista. Aseguran fuentes fidedignas que su hermana era muy hermosa, no hemos podido chequear esa información, pero todos deseamos que sea cierta.
De lo que no hay duda es que a los siete años Erich tuvo un accidente en un río, y estuvo a punto de perecer ahogado.

Mutantes – 12do devenir – El fracturador cervical

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Cuenta la leyenda que la atención es un bien preciado que, en algunas personas, privilegiadas o no, budistas o musulmanas, humanos o delfines telépatas, puede prolongarse durante mucho tiempo. En algunos rincones de la Gran Ciudad, existen personas capaces de sostener la mirada fija durante tanto tiempo que harían pestañear a la Gioconda.

Pero un joven demostró que toda concentración es frágil... el día en que mutó.

Aristóbulo Pachevko – El previsor del mercado

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Aristóbulo – [ronca, suena un despertador, lo apaga y sigue roncando]



Ese que ronca es Aristóbulo Pachevko, un señor de unos cincuenta años, de una contextura mediana y de una pereza sin parangón. Eran ya las doce del mediodía cuando se levantó de la cama porque se le iba a hacer tarde para dormir la siesta. Se preparó un completo desayuno que tenía desde frutillas hasta milanesas de ajolote, mientras leía un ensayo sobre “el rol género y la hospitalidad de los esquimales”. Pero no tardó demasiado en ser interrumpido por un cliente. Marcó su libro con una tapa de frasco de mermelada y dijo:

Misivas ocultas: La ley seca

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En la gélida medianoche del 17 de enero de 1920, uno de los más arraigados hábitos de la sociedad norteamericana hizo un cortocircuito: la Enmienda 18 entró en vigencia y legalmente se puso fin a la importación, exportación, fraccionamiento, trasporte, venta o elaboración de toda bebida alcohólica.
“Esta noche, un minuto después de las doce, nacerá una nueva nación,” declaró el Senador Michael Volstead, impulsor de la nueva norma, con optimismo. “El demonio de la bebida hace testamento. Se inicia una era de ideas claras y limpios modales. Los barrios bajos serán pronto cosa del pasado. Las cárceles y correccionales quedarán vacíos; los transformaremos en graneros y fábricas. Todos los hombres volverán a caminar erguidos, sonreirán todas las mujeres y reirán todos los niños. Se cerraron para siempre las puertas del infierno.”

Mutantes – 11vo devenir – El cálculo caótico

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Cuenta la leyenda que las estructuras pueden llegar a ser tan inflexibles que el más ínfimo movimiento en el suelo produce una reacción en cadena que tiende a destruirlos. Sólo el aleteo de una libélula en Japón puede producir un colapso en la bolsa de Wall Street. Esto significa que la multiplicidad de variables hace que todo sea, en cierta medida, impredecible.

Pero un hombre pudo controlar las probabilidades en la palma de su mano... el día en que mutó.

Aristóbulo Pachevko – El cebador de la ética

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Aristóbulo – [tose] Uh... con esto de la gripe omnipresente, las noticias me están afectando...



Ése que se quejó, es Aristóbulo Pachevko, un hombre que no cree en nada, un tipo de la ciencia, de los microscopios, de la empiria dura, del método cartesiano y de la alquimia.

Su consultorio se corona con un cartel que dice “El alquimista de los sueños”; un enigma publicitario, una carnada ficticia para peces curiosos y desesperados. Pero no siempre iban a morder los mismos peces...

Misivas ocultas: La orquesta siguió tocando

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No hemos tenido suerte los monos con los cronistas de esta modesta sección. Las misivas de Silvio nunca terminaron un ciclo en paz, y en sus dos temporadas tuvieron un corte abrupto e inesperado cuando se acercaba el final de año. El imprevisible escritor de Alberdi nos susurraba al oído sus marginales historias, y cuando el tipo estaba seguro de que la audiencia le prestaba su máxima atención….dejaba el final abierto. Y en este punto debo aclarar mis palabras: que no se entienda con esto del final abierto el empleo del viejo recurso literario donde se sugieren múltiples lecturas del ocaso de una historia, no. El escritor de Alberdi desaparecía de forma concreta, es decir abandonaba la escritura, y abandonaba también el contacto con este programa intempestivamente y sin aviso previo.

Pero Silvio no fue el único ni el peor. Bastará solo con nombrar a Olivio Duran y su impresentable Cine Negro, para confirmar nuestra mala fortuna. A principios de este año y con el mismo “modus operandis”, el excéntrico cineasta de Alberdi nos hizo una gambeta extraordinaria al enviarnos solamente 3 capítulos de su inclasificable obra y esfumarse sin excusas ni vergüenzas. Este segundo fracaso, a pesar de ser contundente, no nos desanimó. Y mantuvimos la compostura sin dar importancia a la atroz sugerencia de algunos intelectuales de café, que nos gritaban con una seguridad de licenciado universitario que Silvio y Olivio Duran eran la misma persona.

Por último llegó Chubut, Santa Rosa y después. Columna que fue aceptada por nuestra producción casi sin objeción, porque primo una urgencia que siempre agradecen los novatos escritores: El vacío. O dicho de una manera más sincera: No había otra cosa para llenar el espacio.

Desde el primer envío de la flamante nueva sección, hicimos fuerza para ignorar un dato inquietante: Aquellos relatos fantásticos, escritos por un alma atormentada, anónima y al borde de la locura, tenían la dudosa coincidencia de desarrollarse en el mismo cruce de caminos donde Silvio nos situaba el bar que le servía de atelier literario.

Pero, dejando de lado cualquier teoría conspirativa, hay una verdad que se impone concretamente: Chubut, Santa Rosa y después… al menos este Domingo, está ausente sin aviso. Y mientras en la cocina del programa, nos hacemos un serio replanteo sobre las dificultades de admitir secciones de un barrio tan inconstante y fugaz, como lo ha demostrado ser Alberdi, o al menos sus escritores, hoy daremos a conocer algunos párrafos de la correspondencia pérdida de Silvio.

Mutantes – 10mo devenir – La gourmet desmembrada

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Cuenta la leyenda que, detrás de cada esfuerzo evidente hay una estructura que lo hace todo más fácil. La Gran Ciudad es un compendio de recetas llevadas a cabo, fórmulas pre-escritas para ahorrarles tiempo a los que se hacen llamar artistas.

Pero una mujer consiguió convertir el azar en una nueva forma de germinar rizomas... el día en que mutó.

Aristóbulo Pachevko – El exorcista de los deseos

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Aristóbulo - [sorbo de mate] Ajjj... está lavado.



Ése que se quejó, es Aristóbulo Pachevko, un hombre serio, concentrado y alquimista. Estaba esperando en su consultorio. Abandonó su mate feo con hierba reciclada y, resignado, se puso a leer un libro de “anatomía molecular y su aplicación en los rituales budistas”.

De repente, un hombre ingresó malhumorado. Aristóbulo marcó la página del libro con una boleta del gas y dijo:

Chubut, Santa Rosa y después: Gitana robaste mi alma (Parte 2)

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“En la mitología griega, Casandra era hija de Hécuba y Príamo, reyes de Troya. Fue sacerdotisa de Apolo, con quien pactó, a cambio de un encuentro carnal, la concesión del don de la profecía. Sin embargo, cuando accedió a los arcanos de la adivinación, rechazó el amor del dios; entonces éste, viéndose traicionado, la maldijo escupiéndole en la boca. ¿Qué implicaba esto? Ella seguiría teniendo su don, pero nadie creería jamás en sus pronósticos.

Mutantes – 9no devenir – La construcción estocástica

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Cuenta la leyenda que algunas personas se caracterizan por una rigidez tal que todo lo que tocan se convierte en concreto. No hay palabra en su boca sin cimientos ni argumento sin vigas. Cual reyes Midas, sus manos solidifican hasta el vacío mismo y el agua se bebe como gelatina.

Pero un joven descubrió que la solidez puede nacer del azar... el día en que mutó.