Aristóbulo Pachevko – El transmutador de la raza

Aristóbulo – [estornuda] Malditos ácaros...



Ése que acaba de estornudar es Aristóbulo Pachevko, asiduo estudioso, dueño de una biblioteca babilónica y alquimista. Estaba poniendo a prueba sus anticuerpos leyendo un ensayo de hace ciento cincuenta años titulado: “La que se viene cuando le hagan caso al delirio de Julio Verne”.

La lectura avanzaba con fluidez hasta que un tipo de cabeza rapada ingresó a su despacho.



Cliente – Buen día.

Aristóbulo – Buen día.

Cliente – Supe que usted ayuda a solucionar eficientemente toda clase de problemas, y yo necesito que me solucione uno.

Aristóbulo – Qué bueno que alguien venga con una necesidad específica. Últimamente, he tenido que lidiar con problemas sumamente ambiguos. Cuénteme, ¿qué lo aqueja?

Cliente – Hay muchos negros dando vueltas. No podemos tolerar esto.

Aristóbulo – Es cierto, si dan vueltas no llegarán a ningún lado.

Cliente – A lo que me refiero es a que hay que depurar la raza, eliminarlos.

Aristóbulo – Bueno, entonces tengo para usted un elixir comuesto de amatista, obsidiana y pigmentos varios que le dará el poder de eliminar su problema. Tiene un ligero margen de error, pero es lo único que puede servir para este caso. Tiene que tomarlo antes de dormir.

Cliente – ¿Cuánto le debo?

Aristóbulo – Aún nada, espere a ver los resultados.



Esa misma noche, el cliente bebió el elixir y durmió como un bebé... despertándose cada cuatro horas para hacer pis, caca o llorar sin razón aparente.

Al día siguiente, el cliente se levantó de la cama, se lavó los dientes, se miró al espejo y...



Cliente – ¿Qué hace ese negro ahí?



El espejo le devolvía un rostro igual al suyo, pero con piel afrodescendiente.



Cliente – ¡No! ¡Esto no puede ser! ¡Debe ser un error de ese alquimista! ¡Lo voy a matar! ¿Cómo voy a hacer para vivir ahora? ¿Voy a discriminarme a mí mismo?



El cliente salió a la calle y se sintió observado por todos; sobre todo por las mujeres...



Cliente – No, esto no tiene sentido. Yo siempre tuve éxito gracias a mi genética privilegiada... ¡Mirame a los ojos! Disculpe, señorita, no quise asustarla, pero me incomoda mucho que me miren ahí...



Completamente descontento con su nueva genética africana, el cliente caminó por toda la ciudad, rumbo al gabinete de Aristóbulo, esquivando todo tipo de mirada, no sólo haca el punto de mayor fama y reconocimiento público, sino también hacia su propio rostro, el cual tuvo que ocultar comprándose una gorra... [sirena de policía]

...pero no tuvo mucha suerte en su empresa, ya que la combinación de piel oscura y gorra significa una detención inmediata en nuestra ciudad...



Cliente – ¡Pero agente! ¡Yo le juro que soy blanco! ¡Exijo mi llamada telefónica!



Eran las ocho de la mañana. Aristóbulo



Aristóbulo – [ronca, suena el teléfono] Msmsmsmssbsbsbs... [corta y sigue roncando]

Cliente – ¡Me cortó! ¡El muy basura me cortó!



El cliente volvió a llamar y..



Aristóbulo – [ronca y suena el teléfono] Msssbbshola?

Cliente – ¡Me cortaste!

Aristóbulo – ¿Yo? No, se equivocó; éste es el teléfono de un hombre. Marque de nuevo y podrá hablar con su ex-novia.

Cliente – ¡Me cortaste el teléfono!

Aristóbulo – ¿Eh? ¿Trabajo para telecóm? Aristóbulo Pachevko atiende, ¿en qué puedo ayudarle?

Cliente – ¡Aristóbulo, despertá!

Aristóbulo – Sí, mamá, ya voy a la escuela...

Cliente – ¡Despertá!

Aristóbulo – ¿Eh? ¿Quién tiene que despertar? ¡Despierte, Aristóbulo! Ah, soy yo, ¿qué pasa?

Cliente – ¡Me diste un elixir que me puso la piel negra!

Aristóbulo – ¿Yo? Ah, cierto... bueno, disculpe, yo le había advertido acerca de las posibilidades de que fallara...

Cliente – ¡Pero no me dijo ue si fallaba, me iba a poner negro!

Aristóbulo – Usted no preguntó.

Cliente – Su deber es informarme de todo.

Aristóbulo – No hay ningún contrato que diga que ése es mi deber, pero no se preocupe, ¿dónde está usted?

Cliente – En Bouwer.

Aristóbulo – Ah... seguramente se puso una gorra, ¿por qué se le ocurrió hacer algo tan tonto?

Cliente – Para taparme la cara.

Aristóbulo – ¿Acaso usted no sabía que la policía trabaja gracias al prejuicio a partir de la combinación “piel oscura y gorra”? Bueno, ya voy para allá...



Aristóbulo se puso a jugar al Mario Bros. en el Family, tomar mate, se fue a pegar una ducha y volvió a jugar al Mario Bros. sin parar hasta terminarlo y, después, se fue a buscar a su cliente.



Cliente – ¿Por qué tardaste tanto?

Aristóbulo – Cuestiones burocráticas.

Cliente – Sacame de acá cuanto antes. Desde hace dos días que no me baño y hay un tipo grandote en la puerta que me guiña el ojo a cada rato.

Aristóbulo – Acá te traje un par de guantes con agujas para que el jabón no se te resbale.

Cliente – Pero yo no tengo que estar en prisión, si no hice nada.

Aristóbulo – Ya lo sé y lo entiendo, pero mientras esté usted acá, yo lo ayudaré para que no le pase nada. Luego, o indemnizaré por la falla del tratamiento.

Cliente – Más le conviente que la indemnización sea grande, de lo contrario...

Aristóbulo – No cometa estupideces en prisión, que ya me voy a encargar de que salga libre mañana.



Al día siguiente, el cliente fue liberado y Aristóbulo lo esperaba en la puerta con un gesto parco.



Cliente – Gracias, che, ¿puedo darte un abrazo?

Aristóbulo – Sólo si antes te sacás los guantes con agujas.

Cliente – Ah, cierto; gracias.



Todos los que estaban atrás del cliente pudieron ver la sonrisa cínica de Aristóbulo y aplaudieron su gesto con risas y comentarios antiracistas.



Cliente – Che, ¿cómo hago para volver mi piel a la normalidad?

Aristóbulo – Es un tratamiento progresivo. Tenés que ponerte estas gotas bajo la lengua todos los días. Cada dos semanas, venís a verme y te doy más gotas. Es gratis, pero tenés que hacerlo todos los días.

Cliente – Ufff... che, pero, ¿no hay algún tratamiento más rápido?

Aristóbulo – Mirá, podés hacer como Michael Jackson, pero es un tratamiento caro y yo no puedo cubrir eso...

Cliente – Bueno... y lo de las gotas, si me salteo alguna, ¿hay problema?

Aristóbulo – ¿Conoce el efecto de los carotenos? Bueno, son al revés. Es más, cuanto menos se exponga al sol, al trabajo al aire libre, a la pobreza y a la ciudad de Chicago, mejor.

Cliente – Es una lástima... yo quería irme de viaje a Estados Unidos.

Aristóbulo – Sí, es una lástima, sobre todo porque... bueno, no importa.

Cliente – ¿Qué pasa?

Aristóbulo – Nada... pasa que su recién adquirida negritud conlleva también un talento especial para el blues, y sería una lástima echarlo a perder...

Cliente – Eh... ¿es cierto eso?

Aristóbulo – Por supuesto. De hecho, ésa es parte de la indemnización que tenía para usted... y mejor sería que la aproveche en su viaje a Chicago.



Aristóbulo le entregó a su cliente una guitarra Les Paul y lo dejó partir en paz mientras decía...



Aristóbulo – Malditas ideologías... me podría haber pagado un viaje a Chicago si hacía lo que él quería, pero valió la pena... nadie se va a quejar por la pérdida de un skinhead, y además, en algún tugurio de Chicago va a sonar algo de buena música...

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