Habla Natacha

Estoy en Alberdi frente al cementerio de San Jerónimo, porque vine a ver a Natacha. Cuando las cosas no andan del todo bien me dan ganas de hablar con ella.

Natacha atiende un puestito de venta de flores al frente de la Iglesia. Y no es que no le vaya bien adivinando el futuro. Lo que pasa es que es demasiado buena en lo suyo y sabe que tarde o temprano todos terminaremos llevando flores o recibiendo homenajes de ese tenor.

Creo que está de más decir que Natacha prefiere la belleza al éxito. Y lo bien que hace.

Ayer me dijo: “…Si tuviera que asaltar el banco más vigilado de Europa y si pudiera elegir libremente a mis compañeros de fechorías, sin duda escogería un grupo de cinco poetas. Cinco poetas verdaderos, apolíneos o dionisiacos, da igual, pero verdaderos, es decir con un destino de poetas y con una vida de poetas. No hay nadie en el mundo más valiente que ellos. No hay nadie en el mundo que encare el desastre con mayor dignidad y lucidez. Son, en apariencia, débiles, pero su fragilidad, sin embargo, es engañosa. También su humor y las manifestaciones caprichosas de su amor. Tras esas sombras vagas se encuentran acaso los tipos más duros del mundo y seguramente los más valientes. No por nada descienden de Orfeo, que marcaba la cadencia del remo de los Argonautas y que bajó al infierno y volvió a subir, menos vivo que antes de la hazaña, pero vivo al fin y al cabo. Si tuviera que asaltar el banco más protegido de América, en mi banda sólo habría poetas. El atraco concluiría, probablemente, de forma desastrosa, pero sería hermoso.”
Palabra de Natacha. O no, no importa. La belleza no es patrimonio de nadie.

Eso sí: a la belleza, se la distingue a simple vista porque huye escandalizada de los cobardes.

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