Aristóbulo Pachevko – El asesor de campaña

0 comentarios
Aristóbulo – Quiero un choripán...



Ése que sufre de hambre, es Aristóbulo Pachevko, fanático de los choripanes, de la ensalada rusa y de la alquimia. Llevaba dos horas pensando en cómo satisfacer sus antokos mientras leía un estudio sobre “La abdicación de Lady Di y la complicidad de los inspectores de tránsito”. Pero, oportunamente, un señor de aspecto serio llegó a su gabinete con un ostensible aliento a chimichurri.

Cómo rellenar un Infierno

0 comentarios
En un bar de Nueva Córdoba, un televisor más grande que el Peñón de Gibraltar proyectaba el partido entre Belgrano y Vélez. Me senté, como todas las semanas, a escribir entre gritos que vitoreaban al equipo pirata y me hice el boludo para que no me pongan la computadora de sombrero.

Iba con la idea de escribir alguna que otra reflexión sobre los resultados de las primarias, pero sólo se me ocurrió acompañar los cánticos celestes diciendo “y ya nos ve, y ya nos ve, es para Binner que nos mira por tevé”. Pasa que escribir sobre las elecciones está bastante trillado; los resultados aparecen hasta en los mensajes de texto que te mandan los amigos y las reflexiones son tocadas de oído hasta en la parada del bondi.

Le pedí al barman que me dé la clave del wi-fi, porque tenía ganas de boludear un rato; un poco de distensión siempre viene bien para inspirarse ante la hoja en blanco.

Aristóbulo Pachevko – El amaestrador de perros

0 comentarios
Adalberto – ¡Maestro! ¡El frasco se está prendiendo fuego!



Ése que grita es Adalberto Garrado, adolescente, impulsivo y aprendiz de alquimista. Estaba realizando algunos experimentos con bebidas blancas cuando la combinación de dos licores y un vodka de origen dudoso entró en erupción, interrumpiendo a Aristóbulo Pachevko, quien leía un tratado sobre “oportunidades y riesgos de conseguir pareja en un funeral”.

El ojo

0 comentarios
El jueves, después de que el viento me sorprendiera en camisa al salir de la casa, me pasé toda la tarde encerrado, tratando de sobrevivir a las circunstancias climáticas que me agarraron con toda la ropa sucia y sin un solo abrigo disponible que pudiera ser usado sin espantar a media ciudad. Está bien que, si voy caminando por el centro, con la mitad del servicio cloacal colapsado, es casi imposible que alguien pueda sentir la fragancia que pudiere emitir mi ropa, pero si alguien hubiese pasado cerca mío con un contador geiger, ya mismo estaría en cuarentena. No es que haya pasado por la planta nuclear de Fukushima, en cuya zona los componentes radiactivos se han filtrardo hasta llegar al mar; no hay forma de financiarme un viaje a Japón... aún así, no sé si iría precisamente a ese lugar, a menos que alguien me diga que ya empezaron a salir peces con doscientos ojos hablando en esperanto. Ahí va un puntito en contra para los que defienden la energía atómica como una alternativa a los hidrocarburos; obviamente no va a hacer mucho eco la noticia de que la radiación ha llegado a invadir el suelo y el agua porque la gente está mucho más interesada en lo que sucede acá nomás, en Rosario... a lo sumo, le pelearía protagonismo en el ámbito del turismo catástrofe, una nueva forma de turismo que se está poniendo de moda en el selecto círculo de los morbosos. Es que, de pronto un viaje que iba a costar barato porque el lugar está devastado, ahora cuesta caro porque hay un guía que explica en cinco idiomas lo que pasó y un montón de japoneses sacando fotos.

En fin, no tenía ropa porque, sin lavarropas y un frío haciendo metástasis hasta el relleno de los huesos, más conocido como caracú, resulta particularmente difícil lavar la ropa, y más aún secarla.

Pero, llegó la noche y todavía no había encontrado ninguna noticia interesante que me pudiese servir para tratar hoy. Pasa que, con esto de la veda electoral, no puedo hablar ni de la mitad de las cosas que han pasado, y eso que tenía para hacer chicle todo el programa con los spots que aparecieron... Bueno, por lo menos, ahora no nos van a invadir media hora de programa con anuncios.

Con el frío que hacía, me quise hacer un guiso o algo por el estilo, algo bien calórico para estar “gordito y sanito”, como decía mi abuela, mientras me contaba que, cuado era chica, le daban cucharas de limadura de hierro y le hacían tomar leche al pie de la vaca. El problema es que, mientras preparaba los ingredientes, me encuentro con que algún vecino me pungueó la olla.

Misivas ocultas: Skyp James 30 años después

0 comentarios
“…Peferiría ser el Diablo, que ser el hombre de esa mujer ”. Curiosa frase para ser parte de una canción de un hombre profundamente religioso, que dificilmente se hubiese permitido licencias poéticas de este tenor. Pero la historia de Skyp James, que hoy retomamos, está tan desbordada de contradicciones, misterios y escenas increíbles y espantosas….. que la expedición de Dante a los circulos del infierno en “La comedia”…. nos sabe a una fiesta de disfraces deprimente. Y…. justamente en esta frase del blues “DEVIL GOT MY WOMAN” puede estar la clave de una vida tormentosa.

Refresquemos un poco la memoria:… Nacido en una plantación de Bentonia, Misisipi en el sur Estadounidense en el año 1902. James fue hijo de un predicador baptista, que fabricaba alcohol ilegalmente durante la década de la Ley Seca. Como tantos otros descendientes de afroamericanos, trabajó en las plantaciones de la zona, y fue uno de los miles músicos negros que vagaban por el Delta del gran Río, en épocas de segregación racial y tinieblas económicas.

Vuelve Silvio

0 comentarios
Lo malo de tener una conversación frente al cementerio es el riesgo de caer invariablemente en el tema de los fantasmas. Y si esa conversación es con Natacha, hay póker de peligros: Porque una adivina, una profeta, un oráculo, ve todo al mismo tiempo. Es decir, el futuro y el pasado; lo que piensan los vivos, pero sobre todo lo que piensan los muertos…Porque los muertos, pobrecitos, no hacen otra cosa que pensar. No les queda otra.

En la calle no hay nadie, es muy temprano hasta para tomar mate y de pronto una figura oscura y fugaz dobla la esquina y se pierde como quien va para alto Alberdi. Lo veo un segundo, pero es suficiente: Va vestido de negro y con un estuche de guitarra en la mano.

-¿Lo viste? Es Silvio- le digo a Natacha con un principio de espanto.
-¿El tipo que salió del cementerio? Me contesta Natacha sin quitar la vista del mate.
-Sí, ese…ese- le digo señalando ridículamente con el dedo índice hacia la nada.

Natacha hace una pausa teatral y recita como de memoria: “Los escritores son las únicas personas que trabajan siempre, estén donde estén. Incluso cuando duermen o se mueren, algo que no ocurre con otros oficios. Los actores, se puede aducir, siempre trabajan pero no es lo mismo: el escritor escribe y tiene conciencia de escribir. Mientras que el actor, en una situación límite, solo aúlla. Los policías siempre son policías, pero tampoco es lo mismo, una cosa es ser y otra cosa es trabajar. El escritor es y trabaja en cualquier situación. El policía solo es. Lo mismo se puede aplicar al asesino profesional, al militar, al banquero. Las putas, o las adivinas tal vez, sean lo que más se acerca al oficio de la literatura…”

Natacha ceba otro mate y se ríe. Y antes que le pregunte nada, me contesta: El tipo acaba de salir caminando de un cementerio. ¿Quién puede saber con certeza si está vivo o muerto?

El llanto de la estatua

0 comentarios
Hay días en los que uno tiene que sacrificar determinados placeres con la finalidad de cumplir con los deberes que establece nuestra sociedad. Por ejemplo, ayer tuve que resignar un par de horas con mi pareja para escribir este artículo mientras pienso en que, en esta época de frío, mi voto irá destinado a aquel buen ciudadano que declare la cucharita como una actividad de interés nacional y que los días en que la temperatura baje los 12 grados, debería decretarse asueto para consagrar esta actividad.

En fin, resignadas dos horas de cuchara, me pongo a pensar que desde el estallido de la llamada “guerra contra el terrorismo”, mientras los medios de comunicación masivos convencionales se pelean por ver quién tiene la papa, la opinión pública internauta y los nuevos gobiernos de centro-izquierda... bah, centro izquierda, ése es un título que les encantaría tener, pero pasa que la orientación cartográfica de las ideologías políticas es tan lábil e inestable que uno necesita un gps para saber dónde está parado. Digo, yo siempre me sentí de izquierda, pero cada vez que me pongo a discutir, qué se yo, sobre los convenios de minería, con un tipo del más fanático oficialismo, recibo epítetos del tipo “facho”, “milico”, agárrense el izquierdo, “menemista”, “vos seguro que votás a Macri”, y fundamentalismos del mismo orden. De hecho, salió una página que se llama “Elegílegí” en la que te dicen con qué legislador tenés más afinidad política. Es algo así como una página de citas en la que vos decís qué leyes votarías por sí o por no y te dice con qué legislador tenés el mayor porcentaje de coincidencias. Yo hice un experimento y puse en todas las opciones que “sí” y me salió un enorme listado de legisladores del Frente para la Victoria, volví a empezar, puse en todas que no y me salieron todos los candidatos del Pro. Dejo a criterio de los oyentes la interpretación de la tendencia de esta página.

Aristóbulo Pachevko – El alquimista de la fruta

0 comentarios
Aristóbulo – Hola. Deme un quilo de papas y otro de zanahoria.



Ése que compra verduras es Aristóbulo Pachevko, un hombre sencillo, alquimista y fanático de la ensalada rusa. Paseaba por la feria franca de los sábaos y observaba con inusual deleite las exóticas frutas que se ofrecían en los mostradores, cuando de repente…

Mutantes – 15to devenir – El ilusionista desaforado

0 comentarios
Cuenta la leyenda que la pobreza y la desigualdad existen con la finalidad de perpetuar una condición de poder asimétrica, de manera tal que aquél ue se encuentre en la posición más desfavorecida dentro de la pirámide social, difícilmente pueda mejorar su situación.

Pero un joven pudo escapar de este círculo vicioso... el día en que mutó.

Habla Natacha

0 comentarios
Estoy en Alberdi frente al cementerio de San Jerónimo, porque vine a ver a Natacha. Cuando las cosas no andan del todo bien me dan ganas de hablar con ella.

Natacha atiende un puestito de venta de flores al frente de la Iglesia. Y no es que no le vaya bien adivinando el futuro. Lo que pasa es que es demasiado buena en lo suyo y sabe que tarde o temprano todos terminaremos llevando flores o recibiendo homenajes de ese tenor.

Creo que está de más decir que Natacha prefiere la belleza al éxito. Y lo bien que hace.

Ayer me dijo: “…Si tuviera que asaltar el banco más vigilado de Europa y si pudiera elegir libremente a mis compañeros de fechorías, sin duda escogería un grupo de cinco poetas. Cinco poetas verdaderos, apolíneos o dionisiacos, da igual, pero verdaderos, es decir con un destino de poetas y con una vida de poetas. No hay nadie en el mundo más valiente que ellos. No hay nadie en el mundo que encare el desastre con mayor dignidad y lucidez. Son, en apariencia, débiles, pero su fragilidad, sin embargo, es engañosa. También su humor y las manifestaciones caprichosas de su amor. Tras esas sombras vagas se encuentran acaso los tipos más duros del mundo y seguramente los más valientes. No por nada descienden de Orfeo, que marcaba la cadencia del remo de los Argonautas y que bajó al infierno y volvió a subir, menos vivo que antes de la hazaña, pero vivo al fin y al cabo. Si tuviera que asaltar el banco más protegido de América, en mi banda sólo habría poetas. El atraco concluiría, probablemente, de forma desastrosa, pero sería hermoso.”
Palabra de Natacha. O no, no importa. La belleza no es patrimonio de nadie.

Eso sí: a la belleza, se la distingue a simple vista porque huye escandalizada de los cobardes.

La serpiente se muerde el OGT

0 comentarios
Me siento en un bar, perseguido por el tiempo, apurado por terminar este artículo a tiempo antes de tener que ir corriendo hacia ciudad universitaria a cursar un seminario sobre gestión de proyectos teatrales. Yo me pregunto después de esto, ¿qué voy a hacer yo haciendo gestión, si lo mío ha estado siempre lo más alejado posible de los números? Pero bueh, a veces hay que hacer un poco de números, ¿vio? Sobre todo a fin de mes, cuando uno tiene que estirar los centavos hasta que se conviertan en alambre de cobre, para comprar arroz, fideos, polenta... porque apenas empieza el mes, cuando uno tiene un poquito de plata, uno que es medio colgado con estas cosas, te engolosinás y decís “fooo, qué hago con todo esto”, te comprás las cervezas más caras, almorzás una semana con filetes de salmón rosado, comés sushi, que siempre es una estafa, porque te cobran cinco mangos un centímetro cuadrado de arroz, sí, el mismo arroz que vas a comer a fin de mes, y al llegar a la segunda semana, decís “me quedan X mangos para tirar hasta fin de mes”, y ahí empezás a recapacitar... claro, el mes pasado te pasó lo mismo, te preguntaste lo mismo al tener toda esa plata en el bolsillo y terminaste haciendo cualquiera. Y en ese momento, cambiás de opinión; porque todos tenemos un momento en que cambiamos de opinión, y generalmente sucede cuando tenemos la corbata ajustada contra la glotis y “empezamos a hablar como si Don Corleone nos estuviese haciendo una propuesta imposible de rechazar”.

Aristóbulo Pachevko – El transmutador de la raza

0 comentarios
Aristóbulo – [estornuda] Malditos ácaros...



Ése que acaba de estornudar es Aristóbulo Pachevko, asiduo estudioso, dueño de una biblioteca babilónica y alquimista. Estaba poniendo a prueba sus anticuerpos leyendo un ensayo de hace ciento cincuenta años titulado: “La que se viene cuando le hagan caso al delirio de Julio Verne”.

La lectura avanzaba con fluidez hasta que un tipo de cabeza rapada ingresó a su despacho.

Mutantes – 14to devenir – El pacto diabólico

0 comentarios
Cuenta la leyenda que la música es el eco del paisaje que lo inspiró, una fractura del lenguaje, un recuerdo de los orígenes.

Pero un joven fue capaz de crear sus propios inicios... el día en que mutó.

Catálogo: Negativas Hermosas

0 comentarios
No explicar

Cuentan que un cónsul británico, después de una conferencia le pidió a Albert Einstein una explicación de la teoría de la relatividad. Entusiasmado el genio alemán le habló de tensores y geodésicas tetradimensionales.
Al advertir que el cónsul no entendía una sola palabra, Einstein abandono el lenguaje técnico e intentó ilustrarlo sobre intervalos, relojes sincronizados y marcos de referencia.
La situación no mejoraba, y el físico más célebre de la historia termino armando ejemplos rudimentarios con aviadores que fuman mientras viajan a la velocidad de la luz.
-Ahora si, ahora entiendo la relatividad- exclamo su interlocutor con alegría.
-Si- le responde Einstein –Pero ahora NO ES MAS LA RELATIVIDAD.


No morirse

Gilbert Chesterton, ha sido uno de los grandes escritores del siglo XX. Tan bohemio y excéntrico, tan irónico y lúcido, con tal sentido del humor y robustez que jamás paso inadvertido.
Nació en 1874, publico cerca de 100 libros y a pesar de ser un hombre de fe, primero perteneciente a la iglesia anglicana y luego a la católica, jamás tuvo apuro en conocer el reino de los cielos.
Cierta vez, le preguntaron si no lo deprimían la vejez, la decadencia física y el paso del tiempo.
-Por supuesto que no- respondió el escritor con entusiasmo- Es la única manera que he encontrado de NO MORIRME.


No escribir

El último escritor maldito de la literatura norteamericana se llamaba Charles Bukowski. Casi toda su obra es un esfuerzo por demostrar lo absurdo del sueño americano.
Fue un perdedor hermoso, que empezó a escribir de grande, después de muchísimas resacas, de muchísimos desengaños, de muchísimos dolores de muelas. Sabía lo que era un empleo sin futuro, sabía lo que era morirse de hambre, sabía lo que era enamorarse y no ser elegido.
Cuando empezó a publicar, la misma sociedad que lo desechó quiso saber más de él, de porqué un tipo como él podía escribir así.
-Señor Bukowski, usted dice que no escribió hasta los 35 años…Que hizo hasta entonces?
Bukowski se eleva por encima de la vida, de la sociedad y de la literatura y responde: NO ESCRIBIR.

Aristóbulo Pachevko – El conspirador del transporte

0 comentarios
Aristóbulo – ¡Hm! ¡Qué rico está esto! [con la boca llena]



Ése que está degustando su lemon pie, es Aristóbulo Pachevko, un hombre de edad media, narcisista y alquimista. Acababa de probar su propia obra cuando se le ocurrió leer un libro sobre las Fluctuaciones de la Raza y el Cloruro de Sodio, ensayos sobre diseños domésticos posmodernos racistas. De pronto, su lectura fue interrumpida por una adolescente que pasó frente a su local con una remera con ostensibles errores de ortografía.

Leche cuajada

0 comentarios
El miércoles a la siesta, antes de la ola polar que me obligó a quedarme encerrado en casa, no vaya a ser que me enferme de nuevo, que tengo que seguir viviendo, trabajando y disfrutando de todo el tiempo posible con mi novia, en fin, miércoles a la siesta, me siento en un bar completamente al azar... bueno, no, al azar no; escruté los precios de todos los bares de la gorra céntrica de Córdoba. Digo “gorra” porque me niego a utilizar el trillado y facho término “casco céntrico”.

Me siento a tomar una cerveza después de pasar más de siete días sin haber probado una sola gota del elixir de la vida eterna. Me pongo a leer un par de artículos que me pasó el productor, Mateoso Yadarola, mientras manoteo un trago de birra, un puñado de maní, dos de birra, uno de maní, tres de birra, uno de maní... El maní me estaba secando hasta el líquido céfaloraquídeo. Estaba más salado que el precio del combustible. Digo esto basado en lo que me dicen los taxistas, porque casi siempre ando a pata y no me fijo en el precio de la nafta y generalmente, me ne frega. A lo sumo, me afecta en el precio del taxi, o en el precio agregado por el transporte de los productos que compro para sobrevivir.

Apoyé, sí, la iniciativa de recuperar el control de la YPF porque era por demás absurdo que la explotación del petróleo argentino estuviese en manos extranjeras.

Lo mismo opino sobre la minería, así que no se hagan los giles, porque ya voy a hablar de ustedes.

El tema es que ahora lo de YPF no era tan así como lo pintaban, el martes firmaron un acuerdo entre YPF y Chevrón para explotar hidrocarburos no convencionales en la formación Vaca Muerta... qué nombre. Por favor, si van a echar mocos, no me la dejen tan fácil para hacer chistes. Lo voy a ignorar para no darles con el gusto. Es que me resultaba absurdo, ¿para qué expropian la vaca, si van a dejar que otro la ordeñe?

Mutantes – El jipi numerado

0 comentarios
Cuenta la leyenda que los ojos sólo son un filtro que evalúa la realidad y la codifica de acuerdo con nuestro propio modelo de mundo. Dicen los sabios que no podemos mirar nada sino a través de nuestros fantasmas...

Pero un hombre pudo ver la realidad desde un punto de vista que no le era propio... el día en que mutó.

Catálogo: Problemas

0 comentarios
Un problema con los libros

Duncan Jevons, un inglés de 50 años con un trabajo monótono y sin amores a la vista fue condenado en 1996 a 15 meses de prisión por robar libros.
Durante 30 años, Duncan acumuló libros ajenos en el sótano de su casa hasta sobrepasar el escandaloso número de 52.000 volúmenes.
Duncan Jevons le creyó a Borges que el universo solo se concibe bajo la forma de una biblioteca y empezó hace 30 años su heroica, desmesurada y terca misión.
Duncan Jevons le creyó a Flaubert que el propósito del mundo es un libro y se afanó 52.000 razones para seguir viviendo.
Todos sabemos que la cárcel no soluciona nada: Duncan se va a aburrir, va a pedir un libro prestado para matar las horas y eso será el principio de otra serie de crímenes.


Un problema con los dedos

Django Reinhardt nació en 1910 en Bélgica y creció en un campamento gitano en las afueras de París. Fue precoz con la guitarra y a los 13 años ya tocaba con músicos profesionales.
Pero la tragedia se atravesó en su vida: Poco después de cumplir los 18 años, un incendio le incapacitó el uso de los dedos anular y meñique de la mano izquierda.
A Django le importo un carajo, siguió tocando como pudo hasta que en 1946 el mismísimo Duke Ellington lo llevó de gira por todo EE.UU. como solista estrella de su orquesta.
Algunos se preguntan como tocaría Django con 10 dedos. Imagínense lo siguiente: Con el anular pide silencio, con el meñique se rasca detrás de la oreja, y con los 8 que le quedan sigue tocando ….como le gustaba a Duke Ellington.


Dos problemas con el futbol

El negro Fontanarrosa tenía oído absoluto para el registro de cuentos de futbol. Los escucho en su barrio, los sufrió como hincha de Rosario Central y los empezó escribir hace décadas, cuando casi no había literatura sobre el más popular de los deportes.
Otros dicen que el tono del negro es más extraordinario que sus temas: Podría hablar sobre la china medieval, y se percibiría, en el fondo, la mirada de un rosarino, el aroma inconfundible de un hincha canalla.
Igual, al futbol lo amó y lo aceptó más allá de sus propias limitaciones al practicarlo.
“Yo siempre tuve dos problemas como jugador”, confesó alguna vez con tristeza,”la pierna izquierda…y la pierna derecha

¿Qué diría Lisa Simpson?

0 comentarios
Me siento en un bar con el productor de este programa. Pedimos ambos un ron con agua y limón porque estábamos con la garganta afectada por la moda de enfermarse con el cambio de clima.

Como hacía tres semanas que no caía al bar, el barman despechado me sirvió una bestialidad con 80% de ron y un protector bucal de limón para quemarme el hígado y los mocos.

Eso me pasa por dejar abandonados a los colegas consuetudinarios de esta columna.

Bebo con la ñata arrugada el brebaje asesino y descubro un mundo nuevo... un mundo sinuoso que se asemejaba a los recorridos de la Pantera Rosa a través de las puertas pintadas en las paredes. Imágenes surrealistas se cruzan en mi camino: relojes derretidos, martillos caminando, Ricardo Fort sin cirujías, De la Sota diciendo que éste era un gobierno progresista, Méndez anunciando un avión a Japón, Bono haciendo apología de la soja transgénica... y me caigo del asiento... ¿qué carajo pasó? Venía alucinando con cosas que pasaron realmente y de pronto me encuentro con que Bono estaba acompañando al glifosato.

Aristóbulo Pachevko – El mentor del apetito

0 comentarios
Aristóbulo – [tose] Carajo... me sumé a la moda de estar enfermo... [tose]



Ese que tosió es Aristóbulo Pachevko, intelectual, estudioso, alquimista y portador de la famosa gripe A, o no, pero a nadie le importa, apenas se enteran de que tiene gripe, salen corriendo.

Aristóbulo se había comprado una caja repleta de barbijos hipoalergénicos, anatómicos y con todas las normas ISO para evitar todo tipo de contagio... pero eso no era suficiente. Los potenciales clientes llegaban a su gabinete y con sólo ver que se parecía a un combatiente del Mortal Kombat, salían corriendo. Pero, después de cuatro horas de infructífera espera, justo cuando empezó a leer “Carta a Murakami”, de Kafka, alguien decidió quedarse y enfrentar todo tipo de virus.