El llanto de la estatua

Hay días en los que uno tiene que sacrificar determinados placeres con la finalidad de cumplir con los deberes que establece nuestra sociedad. Por ejemplo, ayer tuve que resignar un par de horas con mi pareja para escribir este artículo mientras pienso en que, en esta época de frío, mi voto irá destinado a aquel buen ciudadano que declare la cucharita como una actividad de interés nacional y que los días en que la temperatura baje los 12 grados, debería decretarse asueto para consagrar esta actividad.

En fin, resignadas dos horas de cuchara, me pongo a pensar que desde el estallido de la llamada “guerra contra el terrorismo”, mientras los medios de comunicación masivos convencionales se pelean por ver quién tiene la papa, la opinión pública internauta y los nuevos gobiernos de centro-izquierda... bah, centro izquierda, ése es un título que les encantaría tener, pero pasa que la orientación cartográfica de las ideologías políticas es tan lábil e inestable que uno necesita un gps para saber dónde está parado. Digo, yo siempre me sentí de izquierda, pero cada vez que me pongo a discutir, qué se yo, sobre los convenios de minería, con un tipo del más fanático oficialismo, recibo epítetos del tipo “facho”, “milico”, agárrense el izquierdo, “menemista”, “vos seguro que votás a Macri”, y fundamentalismos del mismo orden. De hecho, salió una página que se llama “Elegílegí” en la que te dicen con qué legislador tenés más afinidad política. Es algo así como una página de citas en la que vos decís qué leyes votarías por sí o por no y te dice con qué legislador tenés el mayor porcentaje de coincidencias. Yo hice un experimento y puse en todas las opciones que “sí” y me salió un enorme listado de legisladores del Frente para la Victoria, volví a empezar, puse en todas que no y me salieron todos los candidatos del Pro. Dejo a criterio de los oyentes la interpretación de la tendencia de esta página.


En fin, volviendo a lo que venía diciendo, porque me colgué con eso de si uno es de izquierda o de derecha, asunto que preferiría resumir en “soy ambidiestro”.

Resulta que desde la cosa esa contra el terrorismo, concepto que aún no sé cómo se define, porque cada vez que sale algo que vaya en contra de los intereses yanquis se convierte en un apoyo al terrorismo. Algo así como discutir con un fanático de X partido político. Resulta que desde ese entonces, tanto la opinión pública como los internautas, hoy muchos devenidos en potenciales terroristas o colaboradores con el enemigo, se han convertido en el hondazo que le resta puntos a la idea de “libertad” que identifica en las películas al país del Norte.

Tal es el caso de Julian Assange, el fundador de Wikileaks, a quien le hicieron una evidente cama... bah, le deshicieron una cama. Así también Edward Snowden, quien ahora camina piolamente por Rusia y ya le ofrecieron un trabajo... che, copado, yo que ando buscando laburo podría mandarme una de esas filtraciones cibernéticas; no sé un carajo de ruso, pero bueh... todo se arregla. Puedo empezar por apretar letras cirílicas al azar y capaz que en mil años pego una palabra. Y por otro lado, está el caso de Bradley Manning, quien fue declarado culpable de veinte cargos por haber filtrado documentos a Wikileaks y podría enfrentar una condena de más de ciento cincuenta años... eh... literalmente, lo mandaron a que se lo coman los gusanos en la cárcel.

Esto me hace acordar a las historias de los inmigrantes irlandeses que se fueron de su país natal soñando con el supuesto país de la Libertad... me imagino que más de uno, si se hubiese enterado de la que se le venía, hubiese hecho la gran Leonardo di Caprio y hubiese preferido dejarse congelar por el agua del Ártico, o hacerse de Racing, no sé.

Pasa que un país al que Eiffel le diseña una estatua como símbolo de la libertad, que se dedica a perseguir al periodismo de investigación más serio y comprometido, por un lado, contradice la misma imagen que siempre quiso demostrar a través de las películas, y por otro, demuestra que Eiffel no sabía un pedo de política.

El concepto de libertad de prensa, acá en Argentina bastardeado por tipos que tienen la libertad de decir que no hay libertad de prensa, me enredé... el concepto de libertad de prensa es el que se pone en tela de juicio acá. Y, para muchos que siguen diciendo que Estados Unidos es un país más avanzado, puedo aseverar sin miedo alguno a equivocarme, un país en el que no rige la libertad de opinión, es sujeto de un gobierno al estilo del rey Luis XV, de un rey que dictamina todo lo que se dice y lo que se hace. Bueno, de más está decir que el rey Luis XV también fue el propulsor de la sociedad cortesana que dio nacimiento al término “afrancesado”; pero sin ponernos a dilapidar palabras en lo que el Rey Sol dice o no dice, fijate vos que en una gran cantidad de comedias yanquis aparece el juego Simón dice, juego que establece una especie de verticalismo en el que cada fallo es castigado. Lo más cercano que tenemos acá es un Piñón Fijo que dice “compañía, lengua pa’fuera”, pero no castiga a nadie, pasa que acá todavía tenemos el fantasma de la dictadura. Claro, en ese tiempo, si alguien no sacaba la lengua pa’fuera, era del ERP, colaboraba con el enemigo y le daban más de ciento cincuenta años de... bueno, no, de cárcel no.

Entonces, esto nos habla de una idea de evolución. El tema es que, por ejemplo, Grecia era un país intelectualmente y políticamente evolucionado en la Antigüedad, omitiendo la esclavitud y la inexistencia de derechos para la mujer, porque eso estaba en todas las civilizaciones de la época. Basémonos en la diferencia intelectual y política que tenía con el resto de las civilizaciones europeas. Qué pasó, apareció Roma, una civilización desarrollada militarmente, los aplastó y les captó toda la cultura.

Ahora, que esto no se interprete como que en cualquier momento pueden venir a invadirnos por ser más evolucionados intelectualmente, y a varios les agarre el chuchito y digan: “che, demos un paso atrás porque con esto de la libertad de prensa nos van a invadir...”. Bueno, bah, libertad de prensa... no sé, con esto del Proyecto X, quién sabe si por decir barbaridades por este medio no me terminan agarrando y me prohíben ejercer con libertad la cucharita, futura actividad de interés nacional.

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