Leche cuajada

El miércoles a la siesta, antes de la ola polar que me obligó a quedarme encerrado en casa, no vaya a ser que me enferme de nuevo, que tengo que seguir viviendo, trabajando y disfrutando de todo el tiempo posible con mi novia, en fin, miércoles a la siesta, me siento en un bar completamente al azar... bueno, no, al azar no; escruté los precios de todos los bares de la gorra céntrica de Córdoba. Digo “gorra” porque me niego a utilizar el trillado y facho término “casco céntrico”.

Me siento a tomar una cerveza después de pasar más de siete días sin haber probado una sola gota del elixir de la vida eterna. Me pongo a leer un par de artículos que me pasó el productor, Mateoso Yadarola, mientras manoteo un trago de birra, un puñado de maní, dos de birra, uno de maní, tres de birra, uno de maní... El maní me estaba secando hasta el líquido céfaloraquídeo. Estaba más salado que el precio del combustible. Digo esto basado en lo que me dicen los taxistas, porque casi siempre ando a pata y no me fijo en el precio de la nafta y generalmente, me ne frega. A lo sumo, me afecta en el precio del taxi, o en el precio agregado por el transporte de los productos que compro para sobrevivir.

Apoyé, sí, la iniciativa de recuperar el control de la YPF porque era por demás absurdo que la explotación del petróleo argentino estuviese en manos extranjeras.

Lo mismo opino sobre la minería, así que no se hagan los giles, porque ya voy a hablar de ustedes.

El tema es que ahora lo de YPF no era tan así como lo pintaban, el martes firmaron un acuerdo entre YPF y Chevrón para explotar hidrocarburos no convencionales en la formación Vaca Muerta... qué nombre. Por favor, si van a echar mocos, no me la dejen tan fácil para hacer chistes. Lo voy a ignorar para no darles con el gusto. Es que me resultaba absurdo, ¿para qué expropian la vaca, si van a dejar que otro la ordeñe?


Capaz que, al momento de la expropiación, los de Repsol tenían razón y el predio Vaca Muerta sí era la causa de todo... no estoy poniendo esto en lugares de quién es más bueno o más malo, sino en quién tiene el tongo más suculento. Puedo proponer una teoría conspiranoica.

Como a Chevrón Argentina la embargaron por 19.000 millones de dólares por haber devastado el medioambiente en el Amazonas ecuatoriano, jodiéndoles la vida de varias comunidades indígenas que tuvieron que mudarse y especialmente a dos comunidades que se han extinguido, los tipos dijeron “miren, levantan el embargo y nosotros pagamos la multa de Ecuador ordeñando la vaca muerta”.

La cosa es que la Corte Suprema de Justicia Argentina levantó el embargo y, gracias a eso, se pudo firmar el acuerdo.

Ahora, el método que pretenden utilizar para la extracción de hidrocarburos es el hydro-fracking, que no me voy a poner a explicar ahora porque no tiene mucho sentido. Pero sí cabe mencionar lo que sucedió en la zona de Zapala, en Neuquén, en la prueba piloto de este sistema. Cuando leí lo que declaró Cristina Lincopán, quien era Longko de la comunidad Gelay Ko, me acordé de las pestes bíblicas o de la peste que cayó sobre Tebas durante el reinado de Edipo.

“Aparecen enfermedades que no sabemos de qué vienen. Tenemos ancianos que están ciegos. Ahí todos los días, día y noche, están largando el gas, queman el gas y que eso lo largan al aire. Y tenemos un olor que está saliendo de una planta procesadora de gas que está a un kilómetro, o menos, de nuestras casas. Hay mujeres que pierden sus embarazos y nuestros niños sufren de la respiración”

Si toda esta declaración hubiese estado en tiempo futuro, nadie hubiese dudado que era una profecía de Nostradamus.

En fin. Cristina Lincopán murió, lejos de la casualidad, por una afección respiratoria en marzo de este año.

Como cada uno de ustedes sabrá, nadie va preso por eso, ya que la muerte de una persona o de una comunidad ecuatoriana por depredación del medioambiente, no conlleva una condena a prisión para nadie. Sin embargo, yo compararía este caso con el de Cromagnon, porque Chabán fue metido preso, a grandes rasgos, por convertir su boliche en una trampa mortal que terminó con la muerte de ¿172? personas. Pero la diferencia reside en que, luego de este trágico episodio, el lugar puede ser reutilizado por la sociedad.

En la selva Amazónica ecuatoriana, el territorio afectado por la compañía Chevrón-Texaco, debió ser abandonado por todos sus habitantes. El agua sigue produciendo muertes. En la zona de Zapala, las condiciones ambientales nefantas persisten.

Nadie está preso.

Sí, hay una multa, pero nadie va a ni oler las rejas por esto.

Por eso el tongo del petróleo siempre fue tan tentador que hasta los Tres Chiflados enloquecían por él. Por eso Los Beverly Ricos es una película que pasan todos los años en los canales de aire. Y por eso no hay medio masivo que hable en contra de este emprendimiento petrolero. Pero como la Chevrón no me pone ni un centavo, puedo darme el lujo de hacerlo hasta que vengan y me den una porción de la torta. ¡Exijo mi tongo, loco!

Es que, cuando el hambre arrecia, es difícil ser zurdo, ¿vio usted?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario