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Cantando en su propio funeral

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Generalmente la mayoría de los unplugged de MTV, fueron un recopilado de “Greatest Hits” de la banda de turno. El 18 de Noviembre de 1993 Nirvana optó por quebrar el concepto, y presentar más bien un recorrido por ellos mismos, es decir sus influencias, gustos personales, e incluso caprichos, otorgando una velada sincera y humana. En cuanto a la puesta en escena, una de las observaciones más comunes es la similitud del set con un velorio. Los lirios blancos, las velas negras, todo bajo una uniforme luz púrpura, a petición del propio Cobain.

Apenas cinco meses después, el viernes 8 de abril de 1994, el cuerpo sin vida de Cobain fue descubierto por un electricista en su casa de Seattle.

Cobain se voló la cabeza a si mismo y a toda una generación.

Paradójicamente en Noviembre de 1994 salio a la venta la presentación grabada un año atrás en MTV Unplugged, bajo el título de MTV Unplugged in New York.

Fue el disco del año. "Where Did You Sleep Last Night?", es la última pregunta que se hace Kurt Cobain mientras canta, como un Tom Sawyer del siglo XX… en su propio funeral.

Chubut, Natacha y después…

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En Alberdi, las historias de Silvio se dispersaron de un modo misterioso.

Primera hipótesis: En el bar de Santa Rosa y Chubut, un tipo oscuro y reservado refiere historias de músicos y delincuentes a los parroquianos de turno. Para hacer más verosímiles sus fábulas lleva consigo un estuche de guitarra y algunas veces se va sin pagar del recinto cuando el mozo se distrae.
Un día deja de ir, pero los borrachines siguen inventando historias y se las atribuyen todas a él. Sucede algo insólito: Alguien recopila las historias y las manda a distintas audiciones de radio firmando como un tal Silvio.

Segunda hipótesis: En el bar de Santa Rosa y Chubut un tipo solitario escribe sin parar unos manuscritos que no deja leer a nadie. Solo conversa lo indispensable con el mozo para pedir, pagar o preguntar la ubicación del baño. Un día se olvida de todo lo escrito sobre la mesa. No regresa nunca más.
El mozo deja los papeles sobre el mostrador, y la gente los lee cuando esta aburrida o los confunde con el diario.
Alguien los roba y los publica bajo el nombre de Silvio.

Tercera hipótesis: Natacha, la gitana, conoce en el bar de Santa Rosa y Chubut a un futuro escritor que se va a morir. El problema es que aún no ha escrito nada y le queda poco tiempo. Como ella ve todo lo que le pasa a todos, deja que se muera, escribe lo que él nunca va a escribir y lo pública con el seudónimo de Silvio.

Cuarta hipótesis: El bar de Santa Rosa y Chubut no existe.

Aristóbulo Pachevko – El antipotente del bailongo

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Aristóbulo – ¿Dónde dejé mis anteojos?

Ése que no ve nada, es Aristóbulo Pachevko, un hombre de edad media, políticamente incorrecto, alquimista, y miope. Recorrió paso a paso, tropiezo a tropiezo, cada rincón de su gabinete buscando sus lentes, hasta que de pronto...

Una bula para los internautas

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Después de una semana en la que el clima demostró ser bastante bipolar, se me hizo difícil encontrar un claro en el cual sentarme a degustar un porrón helado que haga contrapunto con un día caluroso.

Sólo un acontecimiento pudo darle valor a incurrir en estados alterados de conciencia: la celebración del aniversario del natalicio de nuestro compatriota Santiago “Polilla” Pfleiderer, quien coparticipó asado y choripanes como si estuviese a punto de lanzar su candidatura para las elecciones.

Durante la celebración, en un momento, la conversación derivó en si Aerosmith es rock o pop, y la guerra empezó con los cuchillos en la mano, enfrentamientos encarnizados, y con el rostro ensangrentado, el que subscribe gritó: ¡Por favor, no metan a los choripanes en esto!

La Cruz Roja ingresó en el quincho y se llevó los choripanes y un quilo y medio de bondiola de cerdo. La bondiola desapareció, lo cual compungió a los combatientes de ambos bandos, quienes salimos a rastrear la zona para recuperarla.

Llegamos a un falso campamento de la Cruz Roja, en el que había una flaco masticando un sánguche de bondiola mientras trataba de descargar un disco de Aerosmith desde el sitio de Taringa.

Mutantes – El humor sanguíneo

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Cuenta la leyenda que el buen humor es un privilegio de los administradores del ocio. Sólo los privilegiados que pueden llevar un ministerio ameno de sus vidas son capaces de sonreírle hasta al más puro portador de un rostro compuesto por dos esferas y una grieta.

Pero un hombre descubrió los músculos que levantan las comisuras de los labios... el día en que mutó.

El pasado inmediato de Natacha

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¿Y como es ver todo? ¿Se puede ver todo y traducirlo? ¿A quien le sirve?
Natacha clavo la vista en la esquina del cementerio de San Jerónimo, justo en la esquina en que alcance a ver a Silvio y me empezó a explicar.
-En principio es fácil, porque nadie sabe que le va a pasar, y empieza a trazar su destino a través de mis palabras, de lo que mis palabras dicen que va a ser su destino. ¿Se entiende? Pero con Silvio, las cosas fueron distintas. Era como recomendarle un libro a un condenado a muerte. ¿Qué libros leen los desesperados?¿Que libros le sirven?¿Como te imaginas vos la sala de lectura de un patíbulo?
-No tengo idea-dije.
-Bueno, eso también me pasó a mí. Sabía como iba a terminar todo, sabía la tragedia que se avecinaba….. Vi el incendio, vi la ira de Siconarcópolus, vi los nubarrones que oscurecían el horizonte. Pero por primera vez en mi vida, no sabia que decirle a alguien sobre su propio destino, porque en realidad, Silvio también lo sabia, es decir… lo había escrito, a su manera lo había profetizado. ¿Cómo yo iba a ser tan torpe de poner sobre el regazo de un condenado su propia novela?
-Entonces ¿Qué hiciste?- pregunte desesperado.
-Le di amor – dijo Natacha.
-¿Cómo amor?- repregunté estúpidamente.
-Le dí…..amor….Si de todas formas nos vamos a morir, nos vamos a morir contentos.

Aristóbulo Pachevko – El asesor de campaña

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Aristóbulo – Quiero un choripán...



Ése que sufre de hambre, es Aristóbulo Pachevko, fanático de los choripanes, de la ensalada rusa y de la alquimia. Llevaba dos horas pensando en cómo satisfacer sus antokos mientras leía un estudio sobre “La abdicación de Lady Di y la complicidad de los inspectores de tránsito”. Pero, oportunamente, un señor de aspecto serio llegó a su gabinete con un ostensible aliento a chimichurri.

Cómo rellenar un Infierno

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En un bar de Nueva Córdoba, un televisor más grande que el Peñón de Gibraltar proyectaba el partido entre Belgrano y Vélez. Me senté, como todas las semanas, a escribir entre gritos que vitoreaban al equipo pirata y me hice el boludo para que no me pongan la computadora de sombrero.

Iba con la idea de escribir alguna que otra reflexión sobre los resultados de las primarias, pero sólo se me ocurrió acompañar los cánticos celestes diciendo “y ya nos ve, y ya nos ve, es para Binner que nos mira por tevé”. Pasa que escribir sobre las elecciones está bastante trillado; los resultados aparecen hasta en los mensajes de texto que te mandan los amigos y las reflexiones son tocadas de oído hasta en la parada del bondi.

Le pedí al barman que me dé la clave del wi-fi, porque tenía ganas de boludear un rato; un poco de distensión siempre viene bien para inspirarse ante la hoja en blanco.

Aristóbulo Pachevko – El amaestrador de perros

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Adalberto – ¡Maestro! ¡El frasco se está prendiendo fuego!



Ése que grita es Adalberto Garrado, adolescente, impulsivo y aprendiz de alquimista. Estaba realizando algunos experimentos con bebidas blancas cuando la combinación de dos licores y un vodka de origen dudoso entró en erupción, interrumpiendo a Aristóbulo Pachevko, quien leía un tratado sobre “oportunidades y riesgos de conseguir pareja en un funeral”.

El ojo

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El jueves, después de que el viento me sorprendiera en camisa al salir de la casa, me pasé toda la tarde encerrado, tratando de sobrevivir a las circunstancias climáticas que me agarraron con toda la ropa sucia y sin un solo abrigo disponible que pudiera ser usado sin espantar a media ciudad. Está bien que, si voy caminando por el centro, con la mitad del servicio cloacal colapsado, es casi imposible que alguien pueda sentir la fragancia que pudiere emitir mi ropa, pero si alguien hubiese pasado cerca mío con un contador geiger, ya mismo estaría en cuarentena. No es que haya pasado por la planta nuclear de Fukushima, en cuya zona los componentes radiactivos se han filtrardo hasta llegar al mar; no hay forma de financiarme un viaje a Japón... aún así, no sé si iría precisamente a ese lugar, a menos que alguien me diga que ya empezaron a salir peces con doscientos ojos hablando en esperanto. Ahí va un puntito en contra para los que defienden la energía atómica como una alternativa a los hidrocarburos; obviamente no va a hacer mucho eco la noticia de que la radiación ha llegado a invadir el suelo y el agua porque la gente está mucho más interesada en lo que sucede acá nomás, en Rosario... a lo sumo, le pelearía protagonismo en el ámbito del turismo catástrofe, una nueva forma de turismo que se está poniendo de moda en el selecto círculo de los morbosos. Es que, de pronto un viaje que iba a costar barato porque el lugar está devastado, ahora cuesta caro porque hay un guía que explica en cinco idiomas lo que pasó y un montón de japoneses sacando fotos.

En fin, no tenía ropa porque, sin lavarropas y un frío haciendo metástasis hasta el relleno de los huesos, más conocido como caracú, resulta particularmente difícil lavar la ropa, y más aún secarla.

Pero, llegó la noche y todavía no había encontrado ninguna noticia interesante que me pudiese servir para tratar hoy. Pasa que, con esto de la veda electoral, no puedo hablar ni de la mitad de las cosas que han pasado, y eso que tenía para hacer chicle todo el programa con los spots que aparecieron... Bueno, por lo menos, ahora no nos van a invadir media hora de programa con anuncios.

Con el frío que hacía, me quise hacer un guiso o algo por el estilo, algo bien calórico para estar “gordito y sanito”, como decía mi abuela, mientras me contaba que, cuado era chica, le daban cucharas de limadura de hierro y le hacían tomar leche al pie de la vaca. El problema es que, mientras preparaba los ingredientes, me encuentro con que algún vecino me pungueó la olla.

Misivas ocultas: Skyp James 30 años después

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“…Peferiría ser el Diablo, que ser el hombre de esa mujer ”. Curiosa frase para ser parte de una canción de un hombre profundamente religioso, que dificilmente se hubiese permitido licencias poéticas de este tenor. Pero la historia de Skyp James, que hoy retomamos, está tan desbordada de contradicciones, misterios y escenas increíbles y espantosas….. que la expedición de Dante a los circulos del infierno en “La comedia”…. nos sabe a una fiesta de disfraces deprimente. Y…. justamente en esta frase del blues “DEVIL GOT MY WOMAN” puede estar la clave de una vida tormentosa.

Refresquemos un poco la memoria:… Nacido en una plantación de Bentonia, Misisipi en el sur Estadounidense en el año 1902. James fue hijo de un predicador baptista, que fabricaba alcohol ilegalmente durante la década de la Ley Seca. Como tantos otros descendientes de afroamericanos, trabajó en las plantaciones de la zona, y fue uno de los miles músicos negros que vagaban por el Delta del gran Río, en épocas de segregación racial y tinieblas económicas.

Vuelve Silvio

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Lo malo de tener una conversación frente al cementerio es el riesgo de caer invariablemente en el tema de los fantasmas. Y si esa conversación es con Natacha, hay póker de peligros: Porque una adivina, una profeta, un oráculo, ve todo al mismo tiempo. Es decir, el futuro y el pasado; lo que piensan los vivos, pero sobre todo lo que piensan los muertos…Porque los muertos, pobrecitos, no hacen otra cosa que pensar. No les queda otra.

En la calle no hay nadie, es muy temprano hasta para tomar mate y de pronto una figura oscura y fugaz dobla la esquina y se pierde como quien va para alto Alberdi. Lo veo un segundo, pero es suficiente: Va vestido de negro y con un estuche de guitarra en la mano.

-¿Lo viste? Es Silvio- le digo a Natacha con un principio de espanto.
-¿El tipo que salió del cementerio? Me contesta Natacha sin quitar la vista del mate.
-Sí, ese…ese- le digo señalando ridículamente con el dedo índice hacia la nada.

Natacha hace una pausa teatral y recita como de memoria: “Los escritores son las únicas personas que trabajan siempre, estén donde estén. Incluso cuando duermen o se mueren, algo que no ocurre con otros oficios. Los actores, se puede aducir, siempre trabajan pero no es lo mismo: el escritor escribe y tiene conciencia de escribir. Mientras que el actor, en una situación límite, solo aúlla. Los policías siempre son policías, pero tampoco es lo mismo, una cosa es ser y otra cosa es trabajar. El escritor es y trabaja en cualquier situación. El policía solo es. Lo mismo se puede aplicar al asesino profesional, al militar, al banquero. Las putas, o las adivinas tal vez, sean lo que más se acerca al oficio de la literatura…”

Natacha ceba otro mate y se ríe. Y antes que le pregunte nada, me contesta: El tipo acaba de salir caminando de un cementerio. ¿Quién puede saber con certeza si está vivo o muerto?

El llanto de la estatua

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Hay días en los que uno tiene que sacrificar determinados placeres con la finalidad de cumplir con los deberes que establece nuestra sociedad. Por ejemplo, ayer tuve que resignar un par de horas con mi pareja para escribir este artículo mientras pienso en que, en esta época de frío, mi voto irá destinado a aquel buen ciudadano que declare la cucharita como una actividad de interés nacional y que los días en que la temperatura baje los 12 grados, debería decretarse asueto para consagrar esta actividad.

En fin, resignadas dos horas de cuchara, me pongo a pensar que desde el estallido de la llamada “guerra contra el terrorismo”, mientras los medios de comunicación masivos convencionales se pelean por ver quién tiene la papa, la opinión pública internauta y los nuevos gobiernos de centro-izquierda... bah, centro izquierda, ése es un título que les encantaría tener, pero pasa que la orientación cartográfica de las ideologías políticas es tan lábil e inestable que uno necesita un gps para saber dónde está parado. Digo, yo siempre me sentí de izquierda, pero cada vez que me pongo a discutir, qué se yo, sobre los convenios de minería, con un tipo del más fanático oficialismo, recibo epítetos del tipo “facho”, “milico”, agárrense el izquierdo, “menemista”, “vos seguro que votás a Macri”, y fundamentalismos del mismo orden. De hecho, salió una página que se llama “Elegílegí” en la que te dicen con qué legislador tenés más afinidad política. Es algo así como una página de citas en la que vos decís qué leyes votarías por sí o por no y te dice con qué legislador tenés el mayor porcentaje de coincidencias. Yo hice un experimento y puse en todas las opciones que “sí” y me salió un enorme listado de legisladores del Frente para la Victoria, volví a empezar, puse en todas que no y me salieron todos los candidatos del Pro. Dejo a criterio de los oyentes la interpretación de la tendencia de esta página.

Aristóbulo Pachevko – El alquimista de la fruta

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Aristóbulo – Hola. Deme un quilo de papas y otro de zanahoria.



Ése que compra verduras es Aristóbulo Pachevko, un hombre sencillo, alquimista y fanático de la ensalada rusa. Paseaba por la feria franca de los sábaos y observaba con inusual deleite las exóticas frutas que se ofrecían en los mostradores, cuando de repente…

Mutantes – 15to devenir – El ilusionista desaforado

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Cuenta la leyenda que la pobreza y la desigualdad existen con la finalidad de perpetuar una condición de poder asimétrica, de manera tal que aquél ue se encuentre en la posición más desfavorecida dentro de la pirámide social, difícilmente pueda mejorar su situación.

Pero un joven pudo escapar de este círculo vicioso... el día en que mutó.

Habla Natacha

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Estoy en Alberdi frente al cementerio de San Jerónimo, porque vine a ver a Natacha. Cuando las cosas no andan del todo bien me dan ganas de hablar con ella.

Natacha atiende un puestito de venta de flores al frente de la Iglesia. Y no es que no le vaya bien adivinando el futuro. Lo que pasa es que es demasiado buena en lo suyo y sabe que tarde o temprano todos terminaremos llevando flores o recibiendo homenajes de ese tenor.

Creo que está de más decir que Natacha prefiere la belleza al éxito. Y lo bien que hace.

Ayer me dijo: “…Si tuviera que asaltar el banco más vigilado de Europa y si pudiera elegir libremente a mis compañeros de fechorías, sin duda escogería un grupo de cinco poetas. Cinco poetas verdaderos, apolíneos o dionisiacos, da igual, pero verdaderos, es decir con un destino de poetas y con una vida de poetas. No hay nadie en el mundo más valiente que ellos. No hay nadie en el mundo que encare el desastre con mayor dignidad y lucidez. Son, en apariencia, débiles, pero su fragilidad, sin embargo, es engañosa. También su humor y las manifestaciones caprichosas de su amor. Tras esas sombras vagas se encuentran acaso los tipos más duros del mundo y seguramente los más valientes. No por nada descienden de Orfeo, que marcaba la cadencia del remo de los Argonautas y que bajó al infierno y volvió a subir, menos vivo que antes de la hazaña, pero vivo al fin y al cabo. Si tuviera que asaltar el banco más protegido de América, en mi banda sólo habría poetas. El atraco concluiría, probablemente, de forma desastrosa, pero sería hermoso.”
Palabra de Natacha. O no, no importa. La belleza no es patrimonio de nadie.

Eso sí: a la belleza, se la distingue a simple vista porque huye escandalizada de los cobardes.

La serpiente se muerde el OGT

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Me siento en un bar, perseguido por el tiempo, apurado por terminar este artículo a tiempo antes de tener que ir corriendo hacia ciudad universitaria a cursar un seminario sobre gestión de proyectos teatrales. Yo me pregunto después de esto, ¿qué voy a hacer yo haciendo gestión, si lo mío ha estado siempre lo más alejado posible de los números? Pero bueh, a veces hay que hacer un poco de números, ¿vio? Sobre todo a fin de mes, cuando uno tiene que estirar los centavos hasta que se conviertan en alambre de cobre, para comprar arroz, fideos, polenta... porque apenas empieza el mes, cuando uno tiene un poquito de plata, uno que es medio colgado con estas cosas, te engolosinás y decís “fooo, qué hago con todo esto”, te comprás las cervezas más caras, almorzás una semana con filetes de salmón rosado, comés sushi, que siempre es una estafa, porque te cobran cinco mangos un centímetro cuadrado de arroz, sí, el mismo arroz que vas a comer a fin de mes, y al llegar a la segunda semana, decís “me quedan X mangos para tirar hasta fin de mes”, y ahí empezás a recapacitar... claro, el mes pasado te pasó lo mismo, te preguntaste lo mismo al tener toda esa plata en el bolsillo y terminaste haciendo cualquiera. Y en ese momento, cambiás de opinión; porque todos tenemos un momento en que cambiamos de opinión, y generalmente sucede cuando tenemos la corbata ajustada contra la glotis y “empezamos a hablar como si Don Corleone nos estuviese haciendo una propuesta imposible de rechazar”.

Aristóbulo Pachevko – El transmutador de la raza

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Aristóbulo – [estornuda] Malditos ácaros...



Ése que acaba de estornudar es Aristóbulo Pachevko, asiduo estudioso, dueño de una biblioteca babilónica y alquimista. Estaba poniendo a prueba sus anticuerpos leyendo un ensayo de hace ciento cincuenta años titulado: “La que se viene cuando le hagan caso al delirio de Julio Verne”.

La lectura avanzaba con fluidez hasta que un tipo de cabeza rapada ingresó a su despacho.

Mutantes – 14to devenir – El pacto diabólico

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Cuenta la leyenda que la música es el eco del paisaje que lo inspiró, una fractura del lenguaje, un recuerdo de los orígenes.

Pero un joven fue capaz de crear sus propios inicios... el día en que mutó.

Catálogo: Negativas Hermosas

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No explicar

Cuentan que un cónsul británico, después de una conferencia le pidió a Albert Einstein una explicación de la teoría de la relatividad. Entusiasmado el genio alemán le habló de tensores y geodésicas tetradimensionales.
Al advertir que el cónsul no entendía una sola palabra, Einstein abandono el lenguaje técnico e intentó ilustrarlo sobre intervalos, relojes sincronizados y marcos de referencia.
La situación no mejoraba, y el físico más célebre de la historia termino armando ejemplos rudimentarios con aviadores que fuman mientras viajan a la velocidad de la luz.
-Ahora si, ahora entiendo la relatividad- exclamo su interlocutor con alegría.
-Si- le responde Einstein –Pero ahora NO ES MAS LA RELATIVIDAD.


No morirse

Gilbert Chesterton, ha sido uno de los grandes escritores del siglo XX. Tan bohemio y excéntrico, tan irónico y lúcido, con tal sentido del humor y robustez que jamás paso inadvertido.
Nació en 1874, publico cerca de 100 libros y a pesar de ser un hombre de fe, primero perteneciente a la iglesia anglicana y luego a la católica, jamás tuvo apuro en conocer el reino de los cielos.
Cierta vez, le preguntaron si no lo deprimían la vejez, la decadencia física y el paso del tiempo.
-Por supuesto que no- respondió el escritor con entusiasmo- Es la única manera que he encontrado de NO MORIRME.


No escribir

El último escritor maldito de la literatura norteamericana se llamaba Charles Bukowski. Casi toda su obra es un esfuerzo por demostrar lo absurdo del sueño americano.
Fue un perdedor hermoso, que empezó a escribir de grande, después de muchísimas resacas, de muchísimos desengaños, de muchísimos dolores de muelas. Sabía lo que era un empleo sin futuro, sabía lo que era morirse de hambre, sabía lo que era enamorarse y no ser elegido.
Cuando empezó a publicar, la misma sociedad que lo desechó quiso saber más de él, de porqué un tipo como él podía escribir así.
-Señor Bukowski, usted dice que no escribió hasta los 35 años…Que hizo hasta entonces?
Bukowski se eleva por encima de la vida, de la sociedad y de la literatura y responde: NO ESCRIBIR.