Chubut, Natacha y después…

En Alberdi, las historias de Silvio se dispersaron de un modo misterioso.

Primera hipótesis: En el bar de Santa Rosa y Chubut, un tipo oscuro y reservado refiere historias de músicos y delincuentes a los parroquianos de turno. Para hacer más verosímiles sus fábulas lleva consigo un estuche de guitarra y algunas veces se va sin pagar del recinto cuando el mozo se distrae.
Un día deja de ir, pero los borrachines siguen inventando historias y se las atribuyen todas a él. Sucede algo insólito: Alguien recopila las historias y las manda a distintas audiciones de radio firmando como un tal Silvio.

Segunda hipótesis: En el bar de Santa Rosa y Chubut un tipo solitario escribe sin parar unos manuscritos que no deja leer a nadie. Solo conversa lo indispensable con el mozo para pedir, pagar o preguntar la ubicación del baño. Un día se olvida de todo lo escrito sobre la mesa. No regresa nunca más.
El mozo deja los papeles sobre el mostrador, y la gente los lee cuando esta aburrida o los confunde con el diario.
Alguien los roba y los publica bajo el nombre de Silvio.

Tercera hipótesis: Natacha, la gitana, conoce en el bar de Santa Rosa y Chubut a un futuro escritor que se va a morir. El problema es que aún no ha escrito nada y le queda poco tiempo. Como ella ve todo lo que le pasa a todos, deja que se muera, escribe lo que él nunca va a escribir y lo pública con el seudónimo de Silvio.

Cuarta hipótesis: El bar de Santa Rosa y Chubut no existe.

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