He pasado días difíciles, esa fue la razón de mi ausencia. El Jueves anterior a la llegada de la primavera, fui por el bar de Santa Rosa y Chubut y me encontré con un ambiente algo extraño. El mozo, en vez de recibirme eufórica y torpemente como de costumbre, se encontraba distante y taciturno.
Miraba con evidentes nervios y poco disimulo, a un pequeño grupo de tres hombres que charlaban en voz baja. Estos, se ubicaban en una de las mesas que da al vitral desde donde se puede ver el costado Este del Clínicas.
La apariencia de los tipos era lúgubre: Trajes oscuros, zapatos de cuero negro, medias rojas cuadriculadas en rombos y grandes anillos de oro en casi todos los dedos de sus manos. Se comunicaban en susurros y por momentos compartían señas y silencios que parecían mucho más elocuentes que la conversación hablada.