Misivas ocultas: El eterno ausente

Hubo un tiempo en que una confidencia, una propuesta, una idea o una declaración amorosa era plasmada en lápiz y tinta, para luego ser pasada de mano en mano hasta que llegase a destinatario. Hoy todo eso ha cambiado: los celulares, internet y las nuevas tecnologías, hacen todo más efectivo, efímero y real.
Pero las cartas han hecho historia: Hay una carta detrás de la prematura muerte de Tutankamón, detrás de la derrota de los cántaros, de la pérdida del imperio español, de la emergencia del cubismo, o de un “quiero vale cuatro” inesperado.

Y este es también el instrumento, mediante el cual nuestro corresponsal en Alberdi ha mantenido comunicación con el Programa de los monos. Ya sabrá el oyente asiduo, la trayectoria radial de Silvio: Intento entrar al programa redactando reportajes, luego paseo sin rumbo por temas literarios o cinematográficos que tampoco nos cerraban del todo, hasta que por fin dió con….. quizás, sus ocultas intenciones. Todos conocemos que sus temas favoritos de un tiempo a esta parte son ignotos cantantes de blues o jazz, de la década del 30 del siglo pasado y delincuentes, de mayor o menor rango, pero todos abyectos y pocos dignos de homenaje.


Todo parecería indicar que Silvio es un snob excéntrico y solitario, pero hay algo más, algo perturbador en el modo en que aborda los temas que elige…., y también es inquietante esos pocos datos que tenemos acerca de su personalidad desequilibrada.

Para proseguir escucharemos testimonios de gente que lo ha visto en inmediaciones de la plaza Colón, como por ejemplo este vendedor de películas truchas que ha pedido la reserva de su nombre:
“….A mi me tiene harto, todas las semanas viene a pedirme documentales biográficos de Skyp James, Blind Johnson o Louis Armstrog…..Yo le recomiendo algo de Chebere, Damian Bordoba o el Rey Pelusa, pero no hay caso….Para mi esta loco, además se viste de negro y lleva siempre una guitarra y un sombrero….Una vez abrió el estuche de la guitarra y tenia adentro unos sanguches de milanesa y libros viejos….Se puso a comer y leer en aquel banco de allá…Toda la gente lo miraba…”

Es evidente que Silvio quiere que lo crean músico. Pero es obvio también que no lo es de ninguna manera, ya hemos sufrido mucho con los integrantes del programa las torpes transcripciones de canciones elementales que elije para ilustrar musicalmente sus misivas: Siempre equivoca los acordes más simples y añade indicaciones inútiles e infantiles en los márgenes de la hoja, citaré una de tantas donde sobresale el mismo estilo y pobreza expresiva: “Ahora que canten todos al mismo tiempo, con voces finas y gruesas para que quede lindo…”.

Otro comentario interesante sobre su persona lo dan los limpiavidrios de Colón y Coronel Olmedo, que nos cuentan lo siguiente: “Se queda aquí en la esquina charlando con nosotros giladas….., se hace el carteludo, dice que conoce a gente grosa y que puede conseguir licor de contrabando…cualquiera….”.

Silvio necesita sentirse importante y peligroso, miembro de un circulo marginal y delictivo. Es por eso que eligió esa esquina al frente de la central de policía, donde intenta en vano sentir la adrenalina de códigos mafiosos y pactos al margen de la ley. En este país y en este siglo el alcohol es una sustancia lícita y al alcance de todos. Pero bueno, seguramente el quiere sentirse Capone en la Chicago de los años 20.

Entre tanto descrédito de su figura, tenemos que decir que se alzó a último momento una voz femenina a su favor. Su nombre no lo sabemos, pero sí sabemos que es del barrio, que le gusta la literatura, y que frecuenta un bar en la esquina de Santa Rosa y Chubut. Su defensa fue casi exagerada: “Ustedes no lo entienden, el tipo es una alma extraviada……Quiere que la realidad se adapte a sus ideas, cuando todos sabemos que la cosa funciona en dirección inversa: Ansía con desesperación que el Suquía se transforme en el Misisippi, que las wiskerías de la calle Rioja sean Storville y que la esquina de Colón y Santa Fe sea el cruce de la carretera 61, donde Robert Johnson le vendió su alma al Diablo…, por eso manda las misivas al programa….”.

Sin lugar a dudas este es el testimonio más importante, ya que la anónima muchacha nos acerco el dato más trascendental de todos: Silvio vive, es decir, intenta vivir a través de sus cartas. Es ahí ….donde las reglas las pone él…En el universo literario la cancha de Belgrano es un barco de vapor o un teatro repleto donde toca Armstrong, B.B.King, o quien se le venga en gana. Y aunque las coordenados de tiempo y espacio sean correctas y estén al principio y final de la carta, en el medio pasa de todo y el puede darse el lujo de ser el que quiera ser:

El traficante de almanaques…….El arruinador de homenajes…. El oscurecedor de metáforas…El reparador de espejos rotos……El delator de leyendas vencidas o El afinador de pianos ajenos.

Es probable que no encontremos nunca a Silvio, porque él hace lo posible por no ser encontrado, detesta la amistad, las fiestas y otras formas normales y saludables de conexión con el otro. Por eso, no está hoy acá, por eso elude brindis y ágapes. Pero también es probable que crea tanto en sus fantasías, que esté tan seguro de que la vida es sueño, música y literatura…..que nos vaya asaltando de uno en uno, que nos vaya convenciendo por separado que sus historias valen la pena.

Como un buen amante, y sin que se enteren los demás, estoy seguro que atravesará lo mares, recorrerá desiertos y profanara ventanas, para seducirnos con felicidad…... cuando Alberdi nos parezca solo Alberdi.

Desde Sangre de Monos, saludamos a Silvio: El eterno ausente

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