Camer

Ayer me senté en un bar ricotero a tomar cerveza con los compañeros del laburo. Era necesario porque teníamos la cabeza llena y necesitábamos separar la corteza cerebral de la realidad.

De repente, un cuerpo se me acerca para pedirme un peso para el whisky y se me pencó a hablarme de sus historias con el consumo de drogas.

Mientras yo maldecía mi superpoder para imantar gente con problemas, estaba medianamente orgulloso porque en algo me sentía semejante a un Sherlock Holmes, cuya mera existencia hacía que los crímenes más rebuscados sucedieran a su alrededor.

Una vez retirado el cuerpo en cuestión, mi vejiga me obligó a visitar el atelier del arte urinario y me encontré con el mencionado sujeto esnifando cocaína con una tarjetita Junot. Al ver esa escena, dije “pucha que hay que ser macho para tomar merca con un osito cariñoso”.


Y el tipo, viéndome atónito ante la escena agridulce que mezclaba lo más tierno sobrecargado de los ositos y lo más ricotero de las drogas peligrosas, me dijo: “¿Sabés de dónde viene esto? De los ratis”.

Mirá si seré inocente que pensé que me hablaba de los rastis, imaginándome a los ositos cariñosos construyendo castillos, pero al rato me di cuenta de que los ositos estaban construyendo con ladrillos de droga y que el tipo me hablaba de los célebres y siempre respetables policías.

Pasa que yo siempre pensé que los uniformados eran personas incólumes e incorruptibles. Nunca me imaginé la posibilidad de que pudieran estar involucrados con el tráfico de drogas...

...a quién quiero engañar...

La cosa es que, de pronto, me he encontrado con que, como pocas veces sucede en la historia, un grupito de efectivos de la policía se fueron de visita a la prisión por negociar con estupefacientes. Así, como en la escuela, todos de la mano y cantando boludeces como: “chofer, chofer, apure ese motor, que en esta cafetera nos morimos de calor”.

Bueno, ayer no hacía calor, así que no daba para cantar eso, porque mientras temblaba de frío, descubrí que el abuso del poder es uno de los males más diminutos de la humanidad. El clima nos supera en términos de crueldad...

Pasa que, lejos de la sabiduría ancestral de los nómades, que cargan con todos sus abrigos en la espalda, yo salí con una camisa y un suéter. Y todavía me cuesta entender a las personas que salen a la calle con una remera cuando hacen 15° de temperatura. ¿Qué les pasa a esas personas? ¿Tienen una caldera en el pecho? ¿Tan lejos están de ser hinchas de Racing?

Como sea, mientras un grupo que recién salía de una despedida de soltero hacían padecer desnudo el frío so-pena-de-gripe al futuro esposo, un móvil del CAP pasó y no me ofreció nada. Me siento frustrado. De pronto pensé que había encontrado un reducto de confianza para administrarme estados alterados de consciencia, pero veo que no... no todo policía nace narco.

Entonces, de pronto tengo un episodio de clarividencia... veo que las renuncias de la cúpula policial sirvieron para lavar un poco la cara y darle un changüí a De la Sota para desvincularse del hecho.

Hablando desde el mal gusto, recuerdo el momento en el que la manifestación contra el cospelazo fue innecesariamente reprimida con balazos de goma. En momentos en los cuales la policía provincial interviene sobre hechos de la municipalidad de Córdoba, suele omitirse el hecho de que la policía sigue siendo de la provincia. Cada vez que hubo una manifestación contra el aumento del cospel, la policía se encargó de disparar. Entonces, no sería muy lejos de la realidad pensar que había un interés provincial al respecto.

En efecto, cuando en el año 2008 los afectados por el aumento del boleto salimos a las calles, tuvimos que correr despavoridos ante la balacera. Cualquiera podría decir “meh, son balas de goma”, ¡pero andá a recibir una bala de goma! El dolor en mi tobillo derecho me duró más de ocho cervezas... ¡Ew!, ¿qué problema hay con que mida los episodios de mi vida con la cantidad de birras que he consumido? Algunas personas miden en horas, días, semanas; yo lo mido en cervezas.

Bueno... pensando en la idea de que todo político tiene planes a largo plazo, poco me sorprendería que, después de sucesivos aumentos en el boleto del colectivo, surja un boleto educativo gratuito. El teorema sería algo así: si un tipo que sube el precio del transporte es malo y otro que ofrece un transporte gratuito es bueno, de pronto tenemos un mesías... no estoy hablando de Agüero, ¿eh?

Y una vez santificado este ser que convirtió el agua en vino y nos dio el boleto gratuito, de pronto surgen la aprobación pública, los bailes de cuarteto en la Hipólito Yrigoyen y los votos a favor.

Ahora, ¿alguien se detuvo a pensar en lo que cuesta el boleto estudiantil?

Yo, como estudiante, jamás pedí ese boleto gratuito. ¿Por qué? Porque laburo. Y como laburo, puedo pagarlo y no me parece que corresponda que, por ser estudiante, alguien que puede pagarse el boleto, lo tenga gratis. Por ser estudiante, tenés un 2X1 en los cines, pero los 2X1 para los cines los conseguís en cualquier lugar, porque eso es una estrategia de marketing. Pero los boletos gratuitos, lejos están de ser un incentivo al consumo del transporte público, sino un incentivo al voto de quien lo impulsó.

El negocio es así: uno limita la posibilidad de acceso al otro de determinado bien, lo deja estacionar un tiempo para que fermente, y después libera un destilado de ese bien ofreciéndolo a un buen precio. Inmediatamente, la venta tiende a convertirse en una bola de plusvalía.

Pero bueno, me colgué hablando del pasado, pero yo había empezado hablando de la merca. ¿Se acuerdan de que estaba hablando de cocaína?

Bueno, el negocio es más o menos parecido.

Un escalafón alto dice: “Che, si vos me tirás datos, te quedás con un 1%, yo con un 4% y hacemos negocio”.

Entonces, si se incautan 500 kilos, el informante recibe un kilo para su propio beneficio y el resto se lo quedan para vender. Esta data que nos proveyó ADN, es muy divertida, porque significa que los que tengamos ganas de consumir algo, podemos... [Víctor, tenés que interrumpir]

Ah, eh, ¿ya no podemos?

Bueno, por culpa de ADN, no podemos acceder a estas sustancias por medio de la policía. Pero si alguien está interesado, puede comunicarse con nuestras vías de contacto para presentarnos sus inquietudes y sus precios.

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