Morbo colectivo

Esta semana, me senté en mi casa, con una cerveza y un cenicero... me sentí un infractor contra la ley, porque no tenía maní... Me dio paja ir al almacén, otro gran pecado... la pereza sólo es un pecado cuando se relaciona con buscar el maní para complementar la cerveza. Salgo a buscar algo en la heladera, con poco éxito... Moriré de hambre.

Prendo la televisión y escucho a un periodista que habla como si fuese una mezcla entre el detective Auguste Dupin y Robocop. El tipo dice: "No hay semen en el cuerpo de Ángeles. Se puede hablar de sexo oral, pero eso queda en la cabeza de cada uno".

De pronto, me sentí sobredosificado con mal gusto. Lo feo de eso, es que yo era el que hacía chistes de mal gusto. Me sentí reemplazado por un tipo que habla con cara de que todo fuese la verdad absoluta, casi de origen divino. ¡Salve, oh, Señor del Periodismo independiente! Ilumíname con tu verdad, oh, Señor.

Y de pronto escucho una serie de averiguaciones basadas en datos que surgen de lo que se dice en los baños del juzgado...


1 – ¿Escuchaste? El encargado confesó.

2 – Para mí que fue presionado...

1 – Pero confesó, y para mí que ese tipo la violó, o algo más hizo.

2 – Bueno, sí, como sea, pero dejá de mirarme...



Mientras tanto, un periodista refugiado en un retrete...



Periodista – Je, je, je, jeh... con esta información me pago el auto nuevo...



Bueno, afortunadamente, la actividad detectivesca del periodista fue afortunadamente interrumpida por la antítesis de un Newell’s campeón que perdió contra Talleres, aguante, carajo, y yo pude seguir escribiendo en calma, repito, aguante, carajo.

Tiempo atrás, yo abogaba por que el periodista pueda ejercer sin necesidad de un título específico; un periodista puede ser economista, abogado, comunicador, docente o lo que sea... pero un periodista no es detective, no es jurado, no es juez.

Si vas a ser detective, selo, pero no te pongás a hacerte el Sherlock Holmes frente a una cámara, y menos si no estás fumando en pipa. Eso me parece un agravio contra la historia de las novelas policiales. El detective tiene que fumar pipa. Y de madera, si es posible, porque con la pipa de agua se pegan unos cuelgues bárbaros.

En fin, lo que pasa es que, de pronto, el periodismo no sólo se ha convertido en un talk show sobre política, sino que también quiere acaparar el ámbito de lo jurídico. Quiere ser dueño y manipulador de la ley. ¿Y qué pasa cuando alguien a quien no le compete quiere manipular la ley? La ley deja de ser respetada, ya no importa, ya no significa nada y vamos a caminar todos desnudos por la calle, nos vamos a punguear lo que sea de los quioscos y nos volveremos comunistas. ¿Qué? ¿Ser comunista no es un crimen? Ah... mirá vos... los medios me decían que ser comunista era malo... bueno, gracias.

La cosa es que la ley perdió relevancia y Moisés está pensando en reencarnar para arrojar las placas de los diez mandamientos sobre cada uno de los medios de comunicación que se erigen como los nuevos ídolos omnisapientes, los vellocinos de oro, los neonatos epicentros de la ciencia.

El problema acá no es quién mató a Ángeles, qué le hicieron, cómo murió ni nada de eso. El problema es que todo el proceso de reconstrucción del caso se haga público, que todos se pregunten si fue violada, torturada o lo que sea. El problema es que los familiares y amigos de la joven tengan que escuchar en los medios cómo hablan de su difunta hija como si fuese un objeto del morbo colectivo.

A mí, personalmente, me importa un rábano qué están conjeturando sobre el caso, y a la gente en general le debería importarles tanto o menos que a mí. Porque la justicia no es un programa de chimentos, porque un homicidio no es algo que se cuente con la liviandad con que se cuenta con quién se acostó el vecino que siempre llega tarde a la casa, o de quién quedó embarazada la hija de la Chola, que es la esposa del verdulero, pero que se junta con el sodero con la excusa de que a los dos les gusta el teatro, pero, para mí, el teatro es lo que menos visitan, ¿alguna vez le preguntó usted qué obra fueron a ver?

Bueno, eso es periodismo, digo, chimento, digo, investigación. Ajjjjj, ya no entiendo nada.

Con frecuencia, me pregunto qué es lo que realmente buscan haciendo esto... o sea, el rating ya lo tenían garantizado con lo que pasó con el tren Sarmiento, tenían muertos, tenían sangre, tenían la tragedia y todo el morbo político-humano a flor de piel. Me dio la impresión de que lo que pasó con ese tren fue muy subestimado... Y me decepcionó. Ya acostumbrado a ver prensa sensacionalista, uno espera determinadas cosas, como cadáveres, polémica, gente protestando, cacerolas omnipresentes, consignas insulsas, ¡pero no importa! ¡Tenemos protesta! ¡Si hay gente indignada, el sistema funciona! ¡La gente exige morbo del bueno! ¡Basta de conjeturas! ¡Queremos muertos!

¿La protesta de Brasil? Nah, eso no sirve, Dilma Rousseff dijo que había que escuchar la voz de la calle y ya... la protesta funcionó, todo terminó pacíficamente. Ah, no, pacíficamente, no, pero a nadie le importa el cuadro de un cana tirándole gas pimienta en la cara a una mayor de edad, eso no importa, porque el gas pimienta no deja heridas sangrantes, no sirve para una foto de tapa. Mandémosla a una cuarta página, que nadie la lea, no vaya a ser que se contagien y acá en Córdoba vengan a hacer una marcha de cien mil personas contra el aumento del boleto...

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