Misiva Lasciva XXI: “De Alberdi”




CHANGO RODRIGUEZ: “…Yo tengo un mundo diferente en mis manos. Yo tengo mi guitarra y mi canto, y eso es mi vida. Las canciones que han salido de mí, traspasaron las fronteras y están en la calle. Es como si yo estuviera en libertad…”

Más allá de el dolor tremendo de las cuatro paredes de la celda en el pabellón once de la penitenciaría de San Martín, el chango Rodríguez hacia estas declaraciones a una revista de folklore argentino allá por el año 1966, tres años después de ser encarcelado por el asesinato de un hombre de apellido Alvarez.

José Ignacio Rodríguez era hijo de un catamarqueño oriundo de Andalgalá, Alberto Rodríguez, y de María Rivolta, riojana. Nació en Córdoba el 31 de Julio de 1914 y es el más legendario de todos los músicos cordobeses de su tiempo.

Desde niño el chango tuvo pasión por la guitarra, y su madre lo inició en las bellezas y misterios del instrumento. Pero fue su andar por el Córdoba doctoral de hablar ingenioso, el que fue nutriendo su vena poética, sin dejar nunca de lado el recorrido de los viejos barrios, las tapias, los aguaduchos y los típicos personajes de las orillas.

Aprendió guitarra y música al lado del “cabeza colorada”, y los cuentos y picardías del negro “La Juana”. Recogió en rancheríos y extensiones de todo el territorio nacional , el oficio de un hacer que luego se tradujo en obras auténticas, en piezas inigualables.

CHANGO RODRIGUEZ: “…Ahora, de golpe, al tener que someterme sorpresivamente al silencio, todos los recuerdos vuelven a mí. Desde ahora y para siempre, he conquistado la valoración de lo evocativo. Me he dado cuenta de la fuerza que tiene la tierra. He regresado a mi madre, a mi lar, a mi infancia, a aquella época heroica de no poder salir de la pensión porque no tenía qué ponerme.…”

Durante su estadía en prisión, el chango Rodriguez tuvo un trato cordial con sus vecinos de pabellón. Esto se refleja en una chacarera asombrosa donde cada una de sus coplas esta dedicada a las mateadas en la celda, a un recluso procesado por falsificar cheques, o incluso a jueces y abogados.

Es harto conocido también, que en la Penitenciaría de barrio San Martín, un 8 de Enero de 1965 se casó con Lidia Margarita Bay, "la Gringa", la musa inspiradora de la zamba “Mi luna cautiva”.

Pero lo que pocos saben, es del misterioso compañero de celda que conoció apenas ingreso al pabellón once. El chango nos evoca aquella lejana noche:

CHANGO RODRIGUEZ: “…Era triste y taciturno, no me dijo su nombre, solo se presento como un escritor de Alberdi. Yo, la verdad, no lo había visto nunca, pero no le hice más preguntas, ya que se interesó de inmediato por mi desgraciada historia y me dejo hablar sin interrupciones hasta altas horas de la madrugada.
Como yo había ingresado esa misma noche, me vino bien que alguien me escuchara con tanta atención. Eso sí, ya cerca del alba, me refirió una biografía de un músico yanqui, un negro hijo de esclavos que también termino en la cárcel. Todavía me parece recordar su tono pausado y su particular modo de contar las cosas…”

(COMIENZA “As time goes bye…”)

Hudson “Hudie” Leadbetter era hijo de antiguos esclavos. Nació en Mooringsport, Luisana el 29 de Enero de 1889.
A los 16 años tocaba el piano y la guitarra en los burdeles de Shreverport y todos lo conocían como LEADBELLY. Recorrió de muy joven todas las carreteras de Texas y los bares estudiantiles de Greenwich Village en Nueva York.
En estos viajes aprendió a tocar blues, folk y espirituales de la mano de Blind Lemon Jefferson, el gran creador del blues tejano. Cuentan que lo seguía a todas partes, que era casi su lazarillo.
Leadbelly era también, un mujeriego incorregible y se veía siempre envuelto en peleas a cada rato. En 1927 pagó muy caro su afición a las mujeres y las riñas: Mató a un sujeto con su revolver por un asunto de faldas, y fue condenado a 30 años de prisión en la terrible penitenciaria de Angola.
Además de su importancia en la música negra sureña y su difusión internacional, Leadbelly popularizo algunos temas de folcklore tejano que sin él, habrían sido olvidados definitivamente.
Leadbelly es, con seguridad, el más legendario de todos los artistas negros.


(VUELVE LUNA CAUTIVA…”)


A la mañana siguiente El chango Rodríguez se encontró solo en la celda. Al preguntarle al guardia donde se había ido su compañero nocturno, el uniformado le contesto con incrédulo desdén, que en ese sector de la cárcel, las celdas eran individuales.
El chango no le hizo caso, pero se quedo pensando seriamente en lo ocurrido la noche anterior. Podemos decir que hay algo de lo que siempre se arrepintió: El no haber tenido la precaución de preguntarle el nombre, de donde venía, quien era.
En realidad, confió ciegamente en un solo dato: Antes que el sueño extinguiera la animada charla, el extraño recluso le dijo que cuando saliera lo buscara en la esquina de Santa Rosa y Chubut, que ahí había un bar que él frecuentaba, que escribía en sus mesas todas las mañanas.
Entonces, el autor de la zamba de Alberdi pensó: Es inevitable que nos encontremos, somos del mismo barrio, y el bar donde escribe está a dos cuadras de mi casa.
La realidad, es que nunca más lo volvió a cruzar en ningún lugar de la penitenciaria en los casi cinco años que estuvo en la carcel.
El chango Rodriguez recupero su libertad el 5 de Septiembre de 1968.
Cuando al día siguiente se llegó por la esquina de Santa Rosa y Chubut, se dio cuenta con espanto, que en ese cruce de caminos no había ningún bar.
Schopenhauer escribió que la vida y los sueños eran hojas del mismo libro .Shakespeare dictamino: “Estamos hechos de la misma madera que nuestros sueños.”
Yo mismo me niego a elegir, definitivamente, si alguien ha estado enviando sueños escritos cada semana, o si cada uno de ustedes está soñando conmigo y con esta historia que se termina cantando una zamba..


Desde Alberdi, nos llego la última carta desde una celda sin tiempo…




DE ALBERDI (ZAMBA del Chango Rodriguez)

LAm SOL
Canto una serenata
FA MI7
a orillas del río se escucha mi voz
LAm
rumores de gracia, poblaron la casa
MI7
se prende y se apaga
LAm
la luz de un balcón;
LA7 REm LAm
rumores de gracia, poblaron la casa
MI7
se prende y se apaga
LAm
la luz de un balcón.


Dicha, que tuve en Alberdi

mi primera cita en la plaza Colon

como aquella luna que vino del baile,

su escalón de seda

dejo en su balcón.(Bis)



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