Misiva Lasciva IXX: “Estaba en llamas cuando me acosté”




No se puede determinar con certeza a que hora comenzó el incendio. Se sabe, eso si, que a las 11:45 de ese tristemente célebre Miércoles, quedó registrado el llamado oficial a los bomberos. Un vecino del edificio de al lado divisó el humo negro saliendo por la ventana del octavo piso y no tuvo dudas: el departamento del escritor de Alberdi había sido, por fin, ganado por el fuego.

Cerca del mediodía, todos los habitantes del edificio siniestrado habían sido desalojados por precaución. Todos se encontraban en la calle, algunos en paños menores y con objetos de valor que podían transportarse bajo el brazo. Todos se preguntaban lo mismo:

¿Qué había pasado y dónde estaba Silvio?


En el informe oficial de los bomberos, consta que al llegar al octavo piso, se actuó con premura: La puerta se tiró abajo de inmediato por los tres bomberos más ágiles, que subieron por las escaleras, temiendo que alguien estuviera atrapado por el fuego. El resto intentaba la difícil tarea de hacer llegar la manguera del camión a semejante altura; fue imposible, se tuvo que recurrir a los extinguidores que estaban a mano y a baldes de agua que se llenaban en los departamentos vecinos.

Cuando se logró controlar un poco el fuego, los bomberos respiraron con alivio, al parecer no había que lamentar víctimas fatales. Las llamas habían devorado absolutamente todo, pero era evidente que cuando comenzó el incendio, no había nadie en el lugar de los hechos.

En el informe oficial, quedaron asentados decenas de testimonios que intentan explicar un desarrollo creíble de los acontecimientos. El primero, es del portero del edificio y en su párrafo más sustancial dice así:


PORTERO: (TONADA BIEN CORDOBESA)…Toda la mañana fue en extremo anormal. Bueno, anormal es una palabra fea, digamos…especial…¿Me entiende?...Es decir, yo soy portero de este edificio hace más de diez años y nunca vi entrar tanta gente en ese departamento. Silvio siempre anduvo solo, es el inquilino mas tranquilo de todos. El va y viene con su estuche de guitarra y ni siquiera saluda. Es como si estuviera pensando todo el tiempo en otra cosa…Por eso lo de esta mañana fue extraordinario, anormal…. Digo, especial. …¿Me entiende?...

El relato del portero tiene sus baches, al parecer cerca de las 10 de la mañana fue requerido por una de las inquilinas para destapar un caño atorado, y perdió de vista los movimientos del octavo piso.

PORTERO: Claro, yo había visto llegar primero, tempranito, tipo 6 de la mañana a Silvio con el tipo ese raro del sobretodo verde….Raro, digo, es una forma de decir, yo no tengo nada en contra de los raros….bueno, de los especiales digamos. …¿Me entiende?...
Después, cerca de las 9 caen los dos jipones esos, y ya me parecía demasiado, que quiere que le diga. O sea, esta todo bien con que sean jipis, yo no discrimino, pero eran…especiales. Y escuche bien: Al ratito nomás, cayo el vasco del almacén de la esquina de Colón y Neuquén y se cansó de tocar al portero…O sea, no a mi, que no se interprete que me anduvo manoseando…Lo que quiero decir es que se canso de tocar el timbre del depto de Silvio….je,je,je…. Que no se vaya a entender que yo soy medio…porque no…yo no me la ….yo no soy especial. …¿Me entiende?...

El relato del portero es por momentos insoportable, pero hecha luz sobre los últimos momentos de Silvio en el edificio.

PORTERO: Bueno, yo estaba destapándole el caño a la señora Elisa. …El caño de la cocina…¿No? Que no se vaya a entender que….O sea, es una señora mayor. …¿Me entiende?... Yo estaba ahí haciendo trabajos de plomería, y la doña me cuenta que estuvo en el departamento de Silvio hace un ratito, que le había llevado una pasta flora de regalo y que había visitas y parecían todos un poco nerviosos. Yo no le di mucha bolilla, porque es una señora mayor y, no es que tenga algo contra los ancianos, los viejos son divinos pero…que se yo….son especiales, no en el sentido que recién te decía, o sea… es otra forma de especialidad……¿Me entiende?...

Existe un testimonio clave que no figura entre los oficiales, pero que ha trascendido, porque es el único que explicaría que pasó después de las 10 de la mañana. El testimonio no pertenece ni al portero, ni a ningún vecino evacuado, se trata de un llamado telefónico a la Central de policía, registrado a las 10:15 de esa mañana. Fue una denuncia anónima, escueta y desesperada efectuada desde algún negocio en la zona del Clínicas:

LA CHICA DE LA FOTOCOPIADORA: Hola…¿Con la central de Policía? Mirá, no te puedo decir quien soy, pero recién vi pasar un grupo de personas que se metió en el bar de la esquina de Santa Rosa y Chubut.….Si, ya se que esta clausurado, pero no es por eso que los llamo, lo que pasa es que había tres tipos con armas. Las llevaban disimuladas, pero yo alcance a verlas. Era como un secuestro…Sí, los llevaban amenazados, eran cinco mas o menos….. Uno de los rehenes es conocido, es el escritor que siempre lleva un estuche de guitarra….No, esta vez no llevaba nada….

Aquí perdemos el rastro, la policía descartó la hipótesis de un posible secuestro e hizo desaparecer el llamado del expediente oficial.

Otro dato off the records: Apenas se pudo controlar el fuego, el mismísimo jefe de la policía se hizo presente en el lugar, acompañado de un grupo de tres hombres que entraron con urgencia y desesperación a hurgar entre los restos del incendio.

La escena fue patética: Sus trajes elegantes se llenaban de cenizas y sus zapatos y medias rojas cuadriculadas chapoteaban por el piso inundado, en busca de los restos de vaya a saber que cosa.

Uno de los hombres, en un ataque de nervios, comenzó a gritar maldiciones y a tirar restos de libros semi-quemados por la ventana del departamento. Cuando por fin pudo controlarse, se inclinó abatido en el marco de la ventana y vio en silencio, cómo esa lluvia gris de hojas muertas dibujaba caprichosas figuras en el aire, mientras caía en el patio interior del edificio.

Justo en ese momento, un niño entró en el patio, recogió el resto de uno de los libros y lo acomodó al costado izquierdo de un fuerte de soldaditos, debajo de lo que parecía ser un mástil de guitarra con una bandera de Belgrano.

Ese misterioso gesto final no fue apreciado por el hombre que miraba desde arriba.


Se comenta en Alberdi, que el libro semi-destruido que finalizo la obra del niño, es una de las controvertidas comedias de Bernard Shaw.

Sus páginas finales, las que todavía pueden leerse, refieren lo siguiente: El fuego iba devorando trágica y lentamente la biblioteca de Alejandría; alguien desesperado, exclama a los gritos que está ardiendo la memoria de la humanidad, y Cesar le contesta:

“Déjala arder. Es una memoria de infamias…”


Desde Alberdi, nos llegaron estas crónicas,
…tan inconsistentes, que no sabemos si son memoria o invento.




D
se prende fuego
A
mi pelo mi piano
G
mis discos
A Aadd9 A
la ropa y el perro
D
puede ser que otra vez
Em
no sea cierto pero
G
siento como el fuego
A
me quema por dentro


Bm Em
dame un balde de agua
G
o de arena
A
pásame el matafuegos

F#m
el incendio esta cerca
G
y no voy a quemarme
A
sin antes pelear




1 comentario:

  1. Pongan este tema del Piti monos, tengo ganas de escucharlo en la famosa Radio Pública que rara vez se escucha un tema así. Y felicitaciones por los radioteatros loco, se nota el laburo que están haciendo. Los abrazo desde una misteriosa selvita argentina. Nico

    ResponderBorrar