Batalla del bosque de Teutoburgo

En el año 9AC, Varo Kenedius, gobernador Romano de Germania, cruzó el Rin con sus tres legiones (de 5000 hombres cada una aproximadamente), y estableció los campamentos de verano en territorio Querusco. Su intención de Romanizar a estos Bárbaros era avasallante, queriendo instalar el sistema jurídico del imperio y una excesiva presión impositiva.

VARO KENEDIUS: Bueno, esta todo listo para mañana. Tomaremos el bosque de Teutoburgo por sorpresa con mis legiones. Es lo ultimo que nos queda por conquistar. Aniquilados estos bárbaros comunistas queruscos, nadie nos detendrá Pandius Nixon… SEREMOS LOS AMOS DEL MUNDO… Mua-ha-ha-ha-haaa!

Nueva carta documento de
Goscinny – Uderzo; y van…
PANDIUS NIXON: Si, mi gobernador! Roma espera ansiosa esta victoria. Nada puede malir sal. Además del territorio en disputa, está esa poción mágica que hace del pueblo querusco invencible, eso que ha investigado todos estos meses nuestro servicio de inteligencia secreta.

VARO KENEDIUS: Así es, aquí tengo el informe Pandius:

Querusco- masculino de Querusa, la pócima secreta de los germanos. Una palabra polémica, que ya se discutió en un flash informativo si estaba bien usada.

Lo que si es seguro, es su EFECTO: que estos bárbaros se creandioses, no duerman y anden endurecidos, es consecuencia de esta bendita sustancia, que aspiramos sustraerle en nombre de la civilización.

PANDIUS NIXON: ¡Si, la civilización, mi gobernador! Estos bárbaros son ateos, se casan con sus hermanas y tienen hijos con seis dedos y cola de chancho. Debemos imponerles los valores del imperio, la libertad de mercado, el comercio libre de esclavos… y llevar la Querusa, de la que todos hablan, a ROMA.

VARO KENEDIUS: ¿Será tan importante esa substancia como dicen nuestros espías?

PANDIUS NIXON: ¡Por supuesto, mi gobernador! Si la civilización no duerme, el mercado comerciara sin parar día y noche, y si se endurecen nuestras tropas, éstas serán las más aguerridas del continente. Además… ¿no le gustaría sentirse un Dios, mi gobernador?


En medio del bosque de Teutoburgo, el jefe guerrillero de las tropas Queruscas, Arminio Castro, y su comandante Che Catus, preparan una terrible emboscada al ejército imperialista. Aprovechando el contraespionaje por el cual han hecho confundir a las tropas Romanas de Kenedius acerca de la Queruza y sus supuestos efectos…

ARMINIO CASTRO: Che Catus, nuestros informantes me notificaron que las tropas Romanas están a pocas leguas de aquí, parecen ser 15.000 hombres armados hasta los dientes, chico. ¿Estamos todos en posición de acuerdo al plan?

CHE CATUS: Si, Arminio. Nuestros infiltrados en las legiones han echado a rodar el trascendido de nuestra pócima secreta, chico; ellos piensan que tenemos tonelas y toneladas y toneladas de Queruza. Están enceguecidos por el efecto que le hemos hecho creer que posee la Queruza. Además, anhelan imponernos su cultura comerciante, expropiarnos nuestras tierras y llenarnos de impuestos ridículos… Hay que elegir: Patria o muerte

ARMINIO CASTRO: Yo elijo patria, no hay que ponerse tan dramático, Che Catus. Además, han mordido el anzuelo infantilmente; ese servicio de inteligencia que tienen, no le hace mucho honor a su nombre, menudo verso se han tragado…

CHE CATUS: Bueno Arminio, pero después de esta misión, me has prometido que llevaríamos la revolución a todo Occidente, no te vayas a echar atrás….

ARMINIO CASTRO:  Tranquilo Che, eso ya lo veremos más adelante… Eres muy temperamental, chico. Ahora nos concentremos en la emboscada en el bosque: ¿Tienes lista las bolsas de harina PARA DESPARRAMAR EN CLARO DEL BOSQUE?

CHE CATUS: Si, mi comandante, todo esta preparado tal cual lo planeamos. Todos los soldados estan expectantes, solo hay que esperar que las legiones lleguen al lugar señalado…


La emboscada que le tendieron los Queruscos de Castro a las legiones Romanas de Varo Kenedius en el bosque de Teutoburgo, terminó con la aplastante victoria de los guerrilleros germanos… y con una humillante derrota del ejercito imperial como pocas veces se vio en la historia. Varo Kenedius y Pandius Nixon lograron salvar sus vidas de milagro, y en el camino de regreso van recordando los detalles de su lamentable derrota…

VARO KENEDIUS: Es increíble la paliza que nos dieron esos barbaros… Como pudimos ser presa tan fácil de una tropa de harapientos, analfabetos, Queruzeros?

PANDIUS NIXON: ¡Ay, mi gobernador! Todo iba bien hasta que llegamos a ese claro del bosque… regado de esa sustancia blanca…  los legionarios perdieron el control… ¡los mismos centuriones rompieron filas y se abalanzaron sobre el arido campo, regado del infame polvo!

KENEDIUS: Es verdad Pandius… ¡yo mismo no pude detenerme y me tire de palomita hacia adelante como lo hacia el resto del ejercito! Estaba tan convencido del efecto que produciría en mi esa porquería, que no hice caso de los gritos de advertencia y ASPIRÉ con toda mi alma. Aspiré eufórico y persuadido. Aspiré como un jovenzuelo por primera vez en un Burdel…

PANDIUS: ¡Yo también mi gobernador! Desencajado por la posibilidad de anular el sueño, de endurecerme a una edad en que el músculo afloja… corrí y brinque como un ciervo, hacia lo que me parecía la conclusión de todos mis sueños. Por eso, no culpo a los muchachos que se desbarrancaron ingenuos ante tan vil engaño… Por eso, todavía me acuerdo el ahogo y la confusión general; confusión que aprovecharon esos bárbaros para atacarnos por la retaguardia cuando quedamos indefensos y en posición más que humillante.

KENEDIUS: No me lo recuerdes Pandius. Aún oigo los gritos de nuestros soldados, sorprendidos y ahogados. Tosiendo compulsivamente y con los ojos cegados por el fino polvo que nos engaño. Ha sido nuestra peor derrota; hemos perdido más de diez mil hombres, y, lo que es peor: No hemos logrado capturar ni un gramo de Queruza… ¡Todo fue en vano! ¡Todo!

PANDIUS: No, mi gobernador, no todo fue en vano… Hay algo que tengo que decirle… En medio de la batalla, mientras los Germanos aplastaban nuestro ejercito, yo… huí por un costado del campo, hasta la orilla del río… y me encontré con un Druida de la Tribu Queruzca… Pensé que se iba a avalanzar salvajemente sobre mí, por considerarme su enemigo… Pero no… Estaba relajado fumando una hierba mágica que me invito a saborear. Yo la tomé y salí rajando. Mire, mi gobernador, acá está… Quiere que la probemos… Será ésta la verdadera sustancia?

KENEDIUS: ¿A ver? Mmm, ¡qué olor más dulce! Harina no es… Bueno, dame una seca…

PANDIUS: Pffffff… Oooooh… ¡Mucho mejor! Me duelen menos los golpes, me siento más blando… ¡se ve que no es queruza tampoco!

KENEDIUS: Y bue…que va hacer. Perdimos… El emperador se va a enojar… A veces gano… A veces no…

PANDIUS: Mambrú se fue a la guerra, chiribinchiribin pum pum, no se cuando vendrá…

KENEDIUS: Es Queruza… ¡Somos Dioses! Say no more… Happy Birday, mister president…

PANDIUS: Shhhhhh, nos estan persiguiendo Kenedius… Alguien nos sigue…

KENEDIUS: Pero si aquí no hay nadie… ¿quien va ser? ¿Marilyn? ¿Lee Harry Oswald?


Los grandes cambios empiezan con pequeñas victorias. A veces, la fuerza arrolladora de un imperio poderoso encuentra su límite en una resistencia simple pero digna. Los monos, ajenos por incompetencia a toda complejidad, aprendimos con paciencia hasta dónde nos da el cuero, y, aunque suene contradictorio, saber qué parte del juego es la que peor nos sale, nos convierte en mejores y peligrosos adversarios.

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