Estudiantes, la razón de mi vida



Aloé llegó a la Gobernación bonaerense a principios de junio de 1952, un mes fatídico para el Club Estudiantes. Para ese entonces se había intensificado la difusión del escrito autobiográfico de la Primera Dama, La razón de mi vida. Mientras avanzaba el cáncer que terminaría con la vida de Evita el 26 de julio siguiente, el libro se distribuyó en bibliotecas de todas las provincias y, entre las actividades por la “Semana del Escritor”, se dieron conferencias en Buenos Aires sobre el “alcance universal” del libro. Por su parte, el Sindicato Argentino de Escritores propuso su adopción como lectura escolar obligatoria.



La campaña rozaba los límites del ridículo: el 3 de junio la Unión Ferroviaria acusó públicamente al gobierno norteamericano de “presionar en forma encubierta a editoriales a fin de que no se imprima” el libro en ese país. Días después trascendió un proyecto para que la Imprenta del Congreso editara ¡100.000 ejemplares en inglés! Eran para los obreros de Estados Unidos...
Bizarro y exagerado, ese estilo del peronismo irritaba a las clases medias a la que, en ciudades como La Plata, terminaban viendo sólo eso y para nada los avances de la salud pública, las nuevas escuelas o los beneficios del turismo social.
El conflicto por el supuesto “complot” tuvo su versión platense: la que estalló el día 18, tras una inspección al club Estudiantes. Fue un allanamiento sui generis, ya que no actuó la Justicia sino otro poder local: la CGT. La mañana siguiente, El Día anunciaba el escándalo: “Comprobó la C.G.T. que se hallaban escondidos en el Club Estudiantes 2000 ejemplares de La razón de mi vida”. Las reacciones no se hicieron esperar.
La central obrera platense convocó inmediatamente a un acto en la Plaza San Martín para fustigar a la dirigencia pincharrata. Las fotos de la época muestran un acto bastante concurrido. En los días posteriores, otras voces se sumaron al repudio. Y para “reparar el daño”, el Ministerio de Agricultura ordenó la edición de 10.000 ejemplares gratuitos. Los sindicalistas amenazaron que “el pueblo tomaría el club” si los dirigentes no renunciaban.
El mayor Aloé no vaciló e intervino la institución. Entre los fundamentos de la decisión citaba la “concurrencia de la masa trabajadora y de todo el pueblo al acto de desagravio organizado (...) en Plaza San Martín”.

Fanatismos
“El General Perón ha dicho que no sería posible el Justicialismo sin el sindicalismo. Y esto es verdad, primero porque lo ha dicho el General Perón y segundo, porque efectivamente es verdad”.
(Eva Duarte en La razón de mi vida)

Una versión sobre el origen de los libros arrumbados en un depósito, cuenta que la institución los adquirió para congraciarse con el oficialismo mientras gestionaba un crédito en el Banco Provincia. Pero los dirigentes del club, más afines a la causa radical, nunca pensaron distribuirlos. Y los popes de la CGT local aprovecharon para arrasar con la Comisión Directiva que habían perdido en las urnas.
“Desde este momento, este club queda a disposición de todos los trabajadores que quieran frecuentarlo o que quieran participar de algún deporte. Y si alguien quisiera impedirlo la C.G.T. estará atenta para que el pueblo decida lo que hay que hacer con él”, anunció el Secretario General de la Central, José Espejo, en la asunción de la nueva gestión. Isaías Santín, otro dirigente cegetista, no se quedó atrás: “aunque se borren todos los socios, si eso sucede el club será sostenido por el movimiento sindical”. No se trataba de un acto político menor: estaban allí el intendente Carlos Parodi, el presidente de Gimnasia Carlos Insúa y hasta el ministro de Gobierno bonaerense, José Martín Seminaro.
La dirigencia desplazada tuvo que conformarse con reuniones “clandestinas” en una sede prestada, el Club Atlético Everton, desde donde no podían conducir la institución que pronto viró su rumbo.
Al producirse el desplazamiento, si bien no peleaba la punta del campeonato, Estudiantes no pasaba un mal momento futbolístico. De hecho, cuatro de los suyos eran convocados a la Selección Nacional: Ogando, Cerione, Ardanaz e Infante, el centrodelantero goleador por el que, tiempo atrás, habían rechazado ofertas de River.
Los primeros cambios en el Club fueron políticos y a veces, daba la sensación, sobreactuados. Tras la intervención, los jugadores enviaron su adhesión a Evita y repartieron ejemplares de La razón de mi vida en partidos amistosos. Luego de su fallecimiento, cuando el Gobierno impuso su nombre a la ciudad, el Interventor no duró en modificar la denominación del Club: desde octubre fue Estudiantes de Eva Perón.

2 comentarios:

  1. quiero escuchar la agenda del findesemena porque me encanta!!!!
    el tipo que da la columna es un groso!!!!

    jajjaajaj
    saludos

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  2. que groso las empanadas del sábado bolo! auspicia "pizzería J". Ojala lo consigamo a Branca de auspiciante, o aunque sea a Quilmes. Si tenes un almacén y/o kiosko y vendes algunas de estas bebibas comunicate con producción.

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