Sobremesa

Evaristo se disponía a comer el postre, era su preferido, frutillas con crema. Comenzó la sobremesa con paciencia, tomaba una frutilla la untaba en crema y se la comía, una detrás de otra. Miraba como se le acababan las deliciosas frutas cuando de pronto una ansiedad le crecía adentro y consumía con más ganas.
Con cada fruto su ansia engordaba.
Evaristo ve llegar a la última frutilla y exasperado engulló la crema. Sin crema pero más desesperado se alimento con el plato, el vaso, los cubiertos y el mantel todo untado en mayonesa. La desesperación crecía mientras mas comía y se devoro la mesa y la silla con un toque de sal a su gusto. Evaristo devoró así todo lo que se podía comer y no.
Alteradísimo viendo que no había que masticar, comienza a comerse las uñas, continua por sus manos, sus codos, sus piernas y todo su cuerpo.
A Evaristo le quedaron los dientitos en el aire como botones.
Que cayeron la piso y quedaron muy lejos como para comerse entre si.



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